Redacción: Hena M. Andrés Cuevas
Los autos eléctricos ganan terreno en México, pero su verdadero impacto ambiental depende de la energía con la que se cargan y de la infraestructura que aún está en desarrollo.

Los autos eléctricos suelen presentarse como la gran respuesta a la contaminación: no emiten humo al circular, son silenciosos y parecen la alternativa ideal para mejorar la calidad del aire en las ciudades. Sin embargo, cuando hablamos de México, la historia es un poco más compleja. La sustentabilidad real de estos vehículos depende de varios factores, especialmente de cómo se genera la electricidad que usan para cargarse.
Por el lado positivo, los beneficios existen y ya se empiezan a notar. Las cifras recientes del sector de electromovilidad muestran que los autos eléctricos e híbridos conectables vendidos durante el primer trimestre de 2025 evitarían miles de toneladas de CO₂ al año en comparación con autos tradicionales. Esto representa un avance importante considerando la enorme cantidad de emisiones que generan los vehículos a combustión interna en zonas urbanas como Ciudad de México, Monterrey o Guadalajara. Además, los autos eléctricos requieren menos mantenimiento debido a que sus motores tienen menos piezas móviles y, en muchos casos, su costo de operación es más bajo porque la electricidad suele ser más económica que la gasolina.
También es cierto que algunos estados ofrecen incentivos como facilidades administrativas o ciertos beneficios fiscales. Todo esto contribuye a que cada vez más personas se interesen por dar el salto hacia una movilidad más limpia.
Pero, aunque suena muy esperanzador, hay un lado menos verde que conviene tomar en cuenta. El principal reto en México es que la mayor parte de la electricidad todavía proviene de fuentes no renovables, como el gas natural y otros combustibles fósiles. Eso significa que, aunque el auto eléctrico no emita gases mientras circula, sí puede contribuir indirectamente a la contaminación en las plantas donde se genera la energía.
Algunos estudios han mostrado que, bajo las condiciones actuales de generación eléctrica en México, un auto eléctrico puede llegar a generar una cantidad de emisiones similar o incluso mayor que un auto de gasolina, si se hace el cálculo considerando todo el proceso de producción y uso de energía. Esto no significa que los autos eléctricos sean una mala idea, sino que su impacto ambiental depende mucho de que el país avance hacia un sistema de energía más limpio.
En cuanto a infraestructura, aunque ha mejorado, todavía es limitada. La mayoría de las estaciones de carga están concentradas en ciudades grandes y ciertos corredores carreteros. Para muchas personas que viven en zonas con menos servicios, la falta de puntos de carga sigue siendo una barrera importante. A esto se suma que no todos pueden instalar un cargador en casa, lo que limita aún más la adopción masiva.
Entonces, ¿vale la pena tener un auto eléctrico en México? La respuesta es sí, pero con matices. Los autos eléctricos son una buena opción si se usan en zonas urbanas, si existe un punto de carga accesible y si se busca reducir la contaminación local y el ruido. Sin embargo, para que realmente sean una herramienta contundente contra el cambio climático, México necesita avanzar hacia una matriz energética más limpia, ampliar la infraestructura y promover políticas de movilidad más integrales.
Los autos eléctricos tienen un gran potencial, pero su impacto real depende de que el país evolucione en conjunto. No basta con cambiar el coche; debemos cambiar todo el ecosistema que lo rodea.

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