Redacción: Andrea Zamora

En las ciudades, la pregunta “¿qué tan verde es tu colonia?” va más allá del paisajismo o de tener un parque bonito cerca. Hoy se ha convertido en un indicador clave de bienestar, salud pública y resiliencia urbana. Evaluar la cantidad y calidad de la vegetación disponible permite conocer qué tan equilibrado es el entorno donde viven miles de familias, y cómo impacta directamente en su calidad de vida.
La Organización Mundial de la Salud recomienda al menos 9 m² de área verde por habitante, aunque muchas urbes están muy por debajo de ese estándar. En México, por ejemplo, hay colonias con amplios camellones arbolados y otras donde el concreto domina por completo. Esta diferencia no solo es estética: influye en la temperatura local, la calidad del aire y la salud respiratoria, además de afectar el bienestar emocional de la comunidad.
Para determinar qué tan verde es un barrio o colonia, se emplean varios métodos. El más directo es medir la proporción de áreas verdes, incluyendo parques, jardines, camellones, árboles callejeros y espacios comunitarios. Sin embargo, no basta con saber cuántos metros cuadrados hay; también importa su calidad. Un parque abandonado, sin sombra o sin mantenimiento no beneficia igual que uno bien cuidado.
Otro indicador fundamental es la cobertura arbórea, que consiste en determinar qué porcentaje del territorio está cubierto por copas de árboles. Ciudades con mayor densidad arbórea suelen tener temperaturas más frescas, menos contaminación sonora y mejor regulación hídrica. Algunas alcaldías o municipios incluso utilizan imágenes satelitales para evaluar este índice, lo que permite identificar zonas críticas que requieren reforestación.
Otro elemento que influye en la “verdor” de una colonia es la temperatura superficial, también conocida como “isla de calor urbana”. Zonas con mucho pavimento y pocas áreas verdes absorben y retienen más calor, lo que puede elevar la sensación térmica varios grados. Las comunidades con más árboles, en cambio, logran reducir significativamente estas temperaturas, generando entornos más confortables.
El acceso equitativo a espacios verdes es otro punto clave. No basta con que existan parques; deben ser accesibles para la mayoría de los habitantes. La distancia y la seguridad determinan si realmente funcionan como espacios de recreación y convivencia.
Finalmente, el mantenimiento comunitario y la participación ciudadana son fundamentales. Colinas donde vecinos cuidan jardines, adoptan árboles o promueven huertos urbanos muestran niveles más altos de verde y resiliencia urbana.
Conocer qué tan verde es una colonia permite identificar necesidades urgentes, promover políticas públicas más eficientes y motivar a las comunidades a involucrarse. En un contexto de cambio climático, las zonas verdes ya no son un lujo urbano: son una necesidad vital para garantizar ciudades más saludables, frescas y habitables.
¿Te gustó nuestra nota? ¡Contáctanos y deja tu comentario! AQUÍ
Conoce nuestra red ANCOP Network AQUÍ














