Redacción: Inés Arroyo
Madrid, 15 de junio de 2025.- En medio de la Feria del Libro de Madrid, un grupo de activistas llamó la atención con una protesta que apunta directamente a Repsol, la mayor empresa petrolera española. Vestidas como azafatas de la compañía, repartieron abanicos con el lema “Repsol patrocina el cambio climático” para denunciar el patrocinio del evento por parte de la empresa y su estrategia de lavado de imagen ambiental conocida como greenwashing.
Esta acción se suma a una serie de críticas y denuncias previas. Organizaciones como Greenpeace, la OCU y Ecologistas en Acción han cuestionado desde 2024 los anuncios de Repsol sobre sus biocombustibles, calificándolos de engañosos por ocultar información relevante. Asimismo, un juicio histórico entre Iberdrola y Repsol por publicidad engañosa terminó con la absolución de Repsol, pero no con la pérdida del descontento ciudadano.
Los ecologistas señalan a Repsol como uno de los principales responsables de la crisis climática. En 2023, la empresa emitió 10.8 millones de toneladas de dióxido de carbono, siendo la mayor emisora en España. A nivel global, ocupa el puesto 50 en una lista que agrupa a 122 compañías responsables del 72% de las emisiones de petróleo y cemento desde 1850, acumulando más de 4,500 millones de toneladas de CO2.
Además, los daños ambientales causados por Repsol no se limitan a las emisiones. Recientemente, un vertido petrolero en Perú evidenció el impacto que la multinacional tiene sobre ecosistemas y comunidades locales. Mientras tanto, la compañía promueve en la Feria del Libro el uso de placas solares, una imagen que los críticos califican de distante de su realidad corporativa.
Expertos y activistas ponen en duda la meta de Repsol de alcanzar cero emisiones netas para 2050. El plan de la empresa contempla solo una reducción del 3.6% de sus emisiones para 2030, dejando el esfuerzo principal para después, lo que consideran incompatible con la urgencia climática actual.
Los grupos ecologistas exigen que Repsol aplique el principio “quien contamina, restaura” y que sus ganancias se destinen a reparar los daños ambientales en lugar de financiar campañas publicitarias y patrocinios que, según ellos, solo buscan lavar su imagen.
Frente a esta situación, activistas hacen un llamado para que la sociedad y el sector cultural no legitimen a empresas cuyo modelo productivo pone en riesgo el futuro del planeta. Reclaman acciones contundentes que transformen un sistema económico depredador en uno verdaderamente sostenible.