Ciencia ambiental

Robles de los druidas: el legado de los árboles ancestrales en los bosques británicos 

Redacción: Guicel Garrido 

El término “roble de los druidas” (druid oak) se refiere a robles antiguos y singulares que se encuentran en los bosques del Reino Unido, profundamente ligados a la historia y las tradiciones paganas. Su nombre proviene de la creencia de que los antiguos druidas, figuras espirituales celtas, realizaban ceremonias en los robledales, que consideraban sagrados. El roble no solo era un lugar de culto, sino que su reverencia era tan grande que la etimología de la palabra druida podría provenir de dru-wid, que se traduce como “conocedor de robles”. Estos majestuosos árboles no son solo un símbolo cultural, sino también un invaluable tesoro biológico. 

La importancia de los robles de los druidas trasciende su valor histórico. Desde una perspectiva científica, son ecosistemas vitales que albergan una rica biodiversidad, proporcionando hogar a especies como líquenes, hongos, invertebrados y aves que dependen de su madera y cavidades. Funcionan como verdaderos indicadores ecológicos, ya que su longevidad permite a los investigadores analizar la historia ambiental del lugar, ofreciendo información crucial sobre el clima, el uso del suelo y la gestión forestal a lo largo de los siglos. Organizaciones como el Woodland Trust, a través de su Ancient Tree Inventory, trabajan para documentar y proteger estos árboles monumentales, garantizando su preservación para las futuras generaciones. 

Uno de los ejemplos más notables de esta clase de árboles fue el Roble de Caton, también conocido como el Druid’s Oak, en Lancashire. Este legendario árbol se erguía sobre las históricas escaleras de arenisca de Fish Stones y era venerado por la tradición local como un lugar sagrado. Con el paso del tiempo, el árbol se debilitó y su tronco se volvió hueco. A pesar de los esfuerzos de conservación, que incluyeron la instalación de soportes metálicos para mantenerlo en pie, el roble finalmente sucumbió en 2016. 

Sin embargo, la historia del Roble de Caton no termina con su caída. En 2007, se plantó una bellota descendiente del mismo árbol dentro de su tronco vacío. El joven retoño, que ahora crece en el corazón de su ancestro, simboliza la continuidad y el renacimiento. El legado del Roble de Caton perdura a través de este nuevo brote, asegurando que su vínculo cultural y su papel como testimonio viviente de la historia no se pierdan. Este relevo generacional transforma la pérdida material del árbol en un poderoso símbolo de memoria colectiva. 

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