Redacción Marlone Serrano
El sargazo continúa invadiendo las costas del Caribe mexicano con una intensidad alarmante. Solo en lo que va de 2025, el arribo de esta macroalga a las playas de Quintana Roo ha aumentado un 40% en comparación con el año anterior, según reveló la doctora Mabel Vaca Mier, ingeniera ambiental de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en entrevista exclusiva.
La especialista identificó tres factores clave detrás de este crecimiento descontrolado: el aumento de la temperatura de los océanos, los cambios en las corrientes marinas y la descarga de nutrientes desde la cuenca del Amazonas, particularmente fósforo procedente de aguas residuales sin tratar vertidas por Brasil.
“El sargazo no es solo una molestia estética para el turismo. Es un síntoma claro de una crisis ambiental global que ya está generando impactos locales severos”, advirtió Vaca Mier.
Costos millonarios y peligros ocultos
Retirar el sargazo no solo es un reto logístico, también lo es económico. De acuerdo con la experta, el costo puede alcanzar hasta un millón de dólares por kilómetro de playa. Pero el daño va más allá del bolsillo: su acumulación produce ácido sulfhídrico, un gas tóxico que afecta tanto a la salud humana como a la fauna marina.
Además, la manera en que actualmente se maneja esta problemática agrava la situación. “Al retirar sargazo en altamar, también se están arrastrando elementos fundamentales para el ecosistema costero: minerales, huevos de tortuga, pequeños crustáceos. No solo estamos eliminando alga, estamos desmantelando hábitats”, lamentó la investigadora.
De crisis a oportunidad: soluciones con límites
Pese al panorama adverso, algunas iniciativas buscan darle un giro a esta emergencia. La UAM, por ejemplo, ha experimentado con el uso del sargazo como compostaje para suelos contaminados por hidrocarburos, e incluso se exploran posibilidades de transformarlo en biocombustible. Sin embargo, Vaca Mier fue clara: “Son avances importantes, pero todavía marginales frente a la magnitud del problema”.
La doctora también subrayó la necesidad de involucrar a las comunidades locales, quienes ya padecen las consecuencias directas. “Los pescadores han sufrido accidentes al enredarse con redes ocultas bajo el sargazo. Ellos y otros pobladores podrían ser parte activa de limpiezas cotidianas para contener el daño”.
Una señal de alerta para el futuro
El fenómeno del sargazo es una advertencia tangible de los efectos del cambio climático y la contaminación global. Lo que antes era una rareza natural hoy es una amenaza constante que impacta la biodiversidad, el turismo y la vida cotidiana en el Caribe mexicano.
Mientras no se aborden las causas estructurales —desde el manejo de residuos hasta el calentamiento global—, el sargazo seguirá siendo un recordatorio amargo de las consecuencias de vivir de espaldas a la sostenibilidad.
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