CULTURA IMPAR
José Manuel Rueda Smithers
Entre las carcajadas del hombre, la mujer sin el ropaje,
las palmas de Acapulco, todas las madrugadas quieren marchar de viaje
Poema Las palmeras de Acapulco, de Alfonso Camín.
Impresionante el paso en tan solo unas horas de un fenómeno climático incontrolable -pero sí prevenible- que aplastó literalmente a Acapulco, una de las zonas turísticas más importantes mundo ya no digamos de nuestro país.
Desgraciadamente este tipo de cosas siempre tendrán dos vertientes, la social, buscando a salir adelante y ayudando a quienes lo necesiten, sin importar nada más; y la política, esa que tanto duele a la hora de enfrentar los problemas.
De esta segunda, solo unas cuantas líneas porque sus palabras les hunden en el propio fango (ese mismo que hundió su todoterreno y que solo sirvió para una foto y miles de memes), generado no por la naturaleza, sino por la impericia, el desorden y la demagogia de un sr. que desde Palacio Nacional pretende resolver las cosas aun sin estar bien informado. Ni modo.
Dijo que no acudiría como los presidentes anteriores, para solo tomarse la foto, y le fue peor, porque lo que se difundió resultó un ridículo inmenso mucho más allá de lo que él menciona que hacen sus opositores por atacarle.
Él solito y su séquito se hundieron a mitad del camino, sin llegar a ver a quienes de verdad aún necesitan ayuda para reconstruir toda una región. No llegó pero sí atacó de alarmistas a los medios por informar la realidad de las cosas. De ese tamaño su impericia e impreparación ante lo negativo. Ni modo sr. López no hay cómo ayudarle.
“El volumen del saqueo y rapiña, tras el paso del huracán Otis en el puerto de Acapulco, fue inconmensurable”, escribió el editor en Jefe de laredsocial-noticias.com
Pero de regreso a la Cultura Impar -esa que solidariza a la gente más allá de politiquerías-, a casi una semana del tremendo golpe de realidad con que sacudió Otis la bahía guerrerense, las cosas no logran estabilizarse bien.
Convertido en huracán categoría 5, Otis dejó en Acapulco muchos muertos, muchos desaparecidos y a toda una población asustada y dolida ante la tragedia. Ocasionó graves daños a la infraestructura de todos los hoteles, de condominios, de restaurantes, de casas, y atacó el corazón de la gente en las calles ya que todo colapsó. Derrumbes, árboles caídos; autopistas bloqueadas y caminos insalvables por las crecientes aguas. El aeropuerto, destruido también, etc.
Casi un millón de personas quedaron sin Energía eléctrica sin manera de comunicarse con sus familias para que saber que están bien y qué necesitan.
Cómo es normal en estos casos las labores preliminares de auxilio están a cargo del ejército mexicano y de la Armada Marina de México, que con palas, picos, carretillas y lo que sea, retiran escombros acumulados y buscan cómo ayudar a la sociedad de Acapulco.
Cómo siempre en estos casos, existe la parte negativa con aquellas personas que se dice (y se ve) se dedicaron a la rapiña, a saquear establecimientos comerciales, tiendas, automóviles, y todo lo que se ponía a su paso. Un reportero cuestionó a uno de ellos, que empujaba un carrito de supermercado lleno de aparatos eléctricos, y sólo dijo “me los llevo porque no son de nadie”.
Robaron de todo no les importaba será útil o no en estos momentos ellos solo se dedicaron a la rapiña es sus conciencias queda lo importante es la gente que se ayuda que se está para ayudar a los demás
La gente hace lo que quiere porque puede ese es el principal problema del México actual.
Dicen por ahí que “Si uno se puede hacer responsable de lo mínimo, se puede hacer responsable de lo máximo”.
La cultura cívica no existe…
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