Redacción: Fer Valdep
En la Reserva de la Biósfera de Calakmul, en la península de Yucatán, la escasez de agua durante la temporada seca está empujando a los ocelotes y otras especies hacia las zonas donde los apicultores almacenan agua para sus colmenas, lo que ha provocado daños en apiarios y un creciente conflicto humano-fauna. Para enfrentar ese choque, distintas ONG y comunidades han puesto en marcha proyectos comunitarios que buscan la coexistencia mediante soluciones prácticas y educativas.
El Ocelot Working Group (OWG), una red de conservacionistas y biólogos fundada en 2016, coordina varias de estas acciones con un enfoque local: trabajar con apicultores, campesinos, escuelas y autoridades para diseñar medidas que reduzcan el contacto entre animales silvestres y actividades productivas. Sus proyectos combinan intervenciones físicas —como bebederos artificiales— con campañas de concienciación y salud animal.
Uno de los pilares del plan del OWG, y en particular del trabajo de campo de Carlos Delgado (biólogo de la UNAM), ha sido la instalación de sistemas que separan las fuentes de agua para abejas de las destinadas a la fauna. Delgado propuso tanques de acumulación de lluvia de 5,000 litros conectados por gravedad a pequeños bebederos plásticos empotrados en el suelo (cada uno de ~120 litros). Así, las abejas y los apicultores cuentan con agua disponible sin que sea necesario dejar recipientes atractivos para ocelotes y otros mamíferos.
La implementación en Calakmul ya suma unidades instaladas: Delgado reporta la colocación de 13 sistemas similares en la zona, diseñados para ser operativos durante la seca y con un costo aproximado de materiales de 1,000 dólares por sistema. La logística y el costo del transporte del agua en períodos extremadamente secos siguen siendo retos, por lo que la selección cuidadosa de sitios y el trabajo conjunto con las comunidades son fundamentales.
El proyecto incorpora también un riguroso monitoreo: en cada bebedero se colocan cámaras trampa para registrar qué especies usan las fuentes y con qué frecuencia. Más de 70 especies —desde tapires y jaguares hasta ocelotes y coatíes— han sido detectadas utilizando bebederos similares, lo que ayuda a ajustar la estrategia y demostrar que las instalaciones benefician a la biodiversidad sin perjudicar la apicultura local.
Además del componente hídrico, el OWG complementa la intervención con talleres en escuelas, murales y materiales educativos, además de campañas de esterilización y vacunación de perros, y programas para construir gallineros y estructuras que eviten pérdidas en el campo. Estas acciones apuntan a reducir otra fuente de mortalidad de ocelotes —los encuentros con perros domésticos, la caza y la persecución— y a impulsar alternativas económicas para las familias.
Los promotores del proyecto insisten en que no existe una única solución válida para todas las comunidades: cada territorio requiere una combinación de medidas adaptadas a su realidad socioeconómica y ecológica. No obstante, el modelo de tanques y bebederos, junto con la participación activa de apicultores y la supervisión científica, se presenta como una estrategia replicable para aliviar el conflicto entre ocelotes y humanos en zonas afectadas por la sequía.
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