Redacción: Guicel Garrido
Un reciente estudio ha revelado que las larvas de la polilla de la cera, conocidas como Galleria mellonella, tienen la asombrosa capacidad de degradar el polietileno, uno de los plásticos más comunes y persistentes en el planeta. Investigadores de la Brandon University observaron que estas larvas no solo consumen el plástico, sino que también alteran su estructura química, un proceso que no ocurre de manera natural en el ambiente. Este hallazgo ha captado el interés de la comunidad científica, que ahora explora el potencial de los organismos naturales para enfrentar la crisis global de los residuos plásticos.
El mecanismo detrás de esta degradación todavía es un misterio. La principal pregunta que los científicos intentan responder es si la capacidad para descomponer el polietileno reside en el propio sistema digestivo de las larvas o en las bacterias que habitan en su interior. La investigación se centra en identificar y aislar las enzimas o bacterias específicas responsables de este proceso con la meta de sintetizarlas en un laboratorio. Esta línea de trabajo podría dar origen a nuevas biotecnologías capaces de replicar el efecto de degradación sin la necesidad de utilizar millones de insectos.
A pesar del entusiasmo inicial, la comunidad científica mantiene una postura de cautela. Expertos como Heather Urban de la Brandon University señalan que convertir este descubrimiento en una estrategia industrial a gran escala enfrenta importantes obstáculos. La escalabilidad del proceso es un desafío, ya que la tasa de degradación observada en laboratorio no es suficiente para abordar las millones de toneladas de plástico que contaminan el planeta. Además, existen preocupaciones sobre la toxicidad de los subproductos que podrían generarse y los posibles riesgos ecológicos de introducir masivamente estos insectos en la naturaleza.
Aunque el descubrimiento de las larvas de la polilla de la cera ofrece una prometedora vía de investigación para la biorremediación, no es una solución inmediata a la crisis del plástico. Los investigadores coinciden en que el hallazgo está en una etapa experimental y requiere una investigación rigurosa para evaluar todas sus posibles aplicaciones y consecuencias. Este avance resalta el potencial de la naturaleza para resolver problemas creados por el ser humano, pero subraya la necesidad de proceder con cuidado y ética.