Miguel Tirado Rasso
mitirasso@yahoo.com.mx
Su candidatura ha caído bien en un
ambiente político en el que, grandes
sectores de la población norteamericana
no parecían muy satisfechos con
sus opciones electorales.
No tenía remedio y tuvo que reconocerlo, aunque tardara más tiempo de lo recomendable. Finalmente, el domingo pasado, el presidente de los EUA, Joe Biden, anunció su retiro de la carrera para su reelección al frente de la Casa Blanca. Veinticuatro días después de que, en el debate con su contrincante político, Donald Trump, mostrara no estar en las mejores condiciones físicas ni mentales para competir por un segundo período como presidente de la nación más poderosa del orbe. Además de otros tropiezos que alteraron más los nervios de sus propios promotores políticos.
Una difícil decisión que no podía esperar más, a tan solo 107 días de la fecha de la elección. Con el tiempo encima, el partido Demócrata tendrá que definir, a la brevedad, al candidato sustituto, aunque el presidente Biden, en un segundo mensaje publicado minutos después del anuncio de su retiro, habría manifestado su apoyo a la candidatura de la vicepresidenta Kamala Harris para sucederlo en la campaña.
Aunque no es automática la designación, todo hace ver que el partido se inclinará por la recomendación del presidente. Según una encuesta (NYT/Siena) anterior al aviso del retiro del presidente Biden, la ex senadora aparecía mejor posicionada que el mandatario en un comparativo con el candidato republicano.
A mediados de agosto (del 19 al 22) se celebrará, en Chicago, la Convención Nacional Demócrata en la que se hará la nominación para la candidatura presidencial del partido. Por lo pronto, Kamala Harris cuenta con el apoyo de 2 mil 668 delegados a la Convención, con lo que supera los 1,967 requeridos como mínimo para lograr su candidatura. También tiene el aval de 50 presidentes estatales del Partido Demócrata encargados de supervisar a los delegados electos a la Convención.
Los líderes de las bancadas hispana, afroamericana y progresista hicieron público ya su respaldo a la ex senadora, como lo han hecho influyentes personajes demócratas como el ex presidente Bill Clinton y su esposa Hillary, la presidenta emérita de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi y el gobernador de California, Gavin Newsom, los líderes demócratas de la cámaras de senadores, Chuck Schumer, y de representantes, Hakeem Sheffries, entre otros.
Su candidatura ha caído bien en un ambiente político en el que, grandes sectores de la población norteamericana no parecían muy satisfechos con sus opciones electorales: Un candidato adulto mayor, en amenazante vejez, o la alternativa, un candidato, también adulto mayor, mitómano y culpable, judicialmente, de 34 cargos criminales.
La ex fiscal, con sus 59 años, viene a “refrescar” la contienda electoral. Aún no tiene la candidatura oficial demócrata, pero 24 horas después de haber expresado su intención de ir por la candidatura recaudó, en tiempo récord, 81 millones de dólares, según informe de su campaña. 60 por ciento de los donantes estarían participando por primera vez en este proceso electoral.
En el mundo republicano, Donald Trump domina el escenario político repartiendo críticas e insultos, de acuerdo a su personal estilo de hacer política. Sobre el mandatario Biden ha dicho que pasará a la historia como el peor presidente. “El corrupto Biden no era apto para postularse para presidente y, ciertamente, no es apto para ocupar el cargo.” A la vicepresidenta la califica de “tonta y viciosa,” lo que confirma su misógino perfil, además de asegurar que (a Kamala) será más fácil de derrotar en las elecciones que al presidente Biden.
Trump arranca su campaña, con la nominación republicana por tercera ocasión, agresivo y sin ataduras. La buena vecindad no se le da y las referencias a nuestro país son siempre de carácter negativo. Tiene a la migración como tema central de su campaña, que le reditúa simpatías en los estados sureños. Un tema muy sensible en el ánimo norteamericano, que explota atribuyéndole graves daños que, según él, causa a su país “la inmigración ilegal que ocurre en la frontera propagando enfermedades y criminalidad.”
Los países latinoamericanos nos envían a sus delincuentes, ha dicho. Como solución, amenaza con cerrar la frontera y completar la construcción del muro con nuestro país. La cereza en su política antiinmigrante es un programa de deportación masiva sin precedentes en su país. De 10 a 12 millones de indocumentados estarían en la mira para la aplicación de un programa difícilmente realizable.
Quizás en el cuartel de campaña de Donald Trump se estén dando de topes por haber contribuido a acelerar el retiro de Joe Biden de la contienda electoral, cuando la tenían prácticamente ganada con ese contrincante. Kamala Harris se puede convertir en un sorpresivo dolor de cabeza, pues, de hacer caso a las encuestas, en los pocos días que tiene la exsenadora destapada, ya aparece, en algunas, superando al magnate de Nueva York en las preferencias.
Sorpresas te da la vida, canta el panameño Rubén Blades.
Julio 25 de 2024
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