Miguel Tirado Rasso
El otrora partidazo no puede ocultar
las fracturas internas que le aquejan y
que lo han venido debilitando hasta llevarlo
al peor posicionamiento político de su historia.
Sin bombo ni platillos, el Partido Revolucionario Institucional celebró, el fin de semana pasado, 94 años de existencia. Un festejo más bien discreto, casi entre “cuates,” porque las ausencias fueron notables y abundantes (solo 3 de los 12 senadores participaron; de los 3 gobernadores que le quedan al partido, no hay de registro de su asistencia, además, la presencia de sus grandes figuras fue virtual) y, de las multitudes de otros tiempos, mejor ni hablar. El otrora partidazo no puede ocultar las fracturas internas que le aquejan y que lo han venido debilitando hasta llevarlo al peor posicionamiento político de su historia.
Tras el descalabro electoral de 2018, el tricolor inició el gobierno de la 4T con 12 gubernaturas y 570 municipios bajo sus colores. En el Congreso, sus bancadas contaban con 14 senadores (9 por ciento) y 47 diputados (10 por ciento). Con ese capital político, Alejandro Moreno “Alito” tomó las riendas del Revolucionario Institucional en 2019, que pronto se vio reducido, en el caso de las gubernaturas, a tres, tras perder 10 de los 12 estados bajo sus colores y ganar solo una elección, la de Durango, de 23 comicios celebrados para la renovación de los ejecutivos estatales en los 4 años del gobierno de Morena.
En el caso de la Cámara de Diputados y, como resultado de las elecciones federales de 2021, el PRI pudo aumentar su bancada a 70 legisladores, pero esto, fundamentalmente, como consecuencia de su Alianza va por México, con el PAN y el PRD. No obstante, el optimismo del dirigente priista, que suponemos necesario para que no decaiga el ánimo entre su militancia, el panorama del tricolor no resulta muy esperanzador. Su padrón de militantes va en caída libre. Hace ya un buen rato que no se mencionan sus números y tampoco se ha sabido de campañas de afiliación, indispensables para fortalecer a la institución, ante la permanente fuga de simpatizantes que lo abandonan, atraídos por las ofertas de Morena.
Durante el festejo de aniversario, Alito anunció la realización de una profunda reforma, la más grande al interior del partido, afirmó, para promover la unidad del priismo. Noticia que, en otras circunstancias, resultaría bienvenida, porque si algo le hace falta al tricolor es cicatrizar heridas; acabar con los enfrentamientos y divisiones internas, y concentrarse en el rescate del partido, pero ahora, ese aviso causa inquietud, inconformidad y molestia. Y es que, la experiencia de anteriores cambios a los estatutos realizados por este dirigente, tuvieron como único objetivo robustecer su presidencia con más facultades para tener el control total en las decisiones y dirección del organismo, dejando a los órganos colegiados en el papel de convidados de piedra.
Alejandro Moreno habla de comenzar una reflexión nacional con todos los comités estatales en preparación de la Asamblea Nacional que se realizará el año que entra. Y el priista hace planes para un futuro que, estatutariamente, no le corresponde, porque su mandato al frente del tricolor concluye el 18 de agosto. Pero está visto que él está decidido a permanecer en el cargo hasta la conclusión del proceso electoral de 2024 y, si llegara a triunfar la candidata del PRI a la gubernatura del Edomex, seguramente insistirá en su intención de participar para la candidatura presidencial.
Las ventajas de haber promovido reformas a modo le permiten excesos, con la tranquilidad de que no hay quién le ponga límites. Por eso preocupa la noticia de una “gran reforma al interior del partido”, pues está visto que para el dirigente lo importante no es el fortalecimiento de la institución, sino facilitar el terreno para su proyección personal. Habrá que ver en que consiste su gran reforma, que, como las anteriores modificaciones, no tendrá ningún problema en que se aprueben, pues Alito se encargó de tener, a su favor, el voto de las mayorías.
Aquí, algunos datos relevantes en la historia del tricolor:
En 1979, Colima tiene la primera gobernadora en el país (Griselda Álvarez Ponce de León). 1988 fue el último año en que los 32 estados de la República estuvieron gobernados por el PRI. En 1989, Baja California, se convierte en la primera entidad en ser gobernada por un partido (PAN) distinto al PRI. En 1997, el tricolor pierde el gobierno del D.F. en la primera elección para gobernante de la capital. Ese mismo año deja de ser partido con mayoría calificada en la Cámara de Diputados. En el año 2000, tras 71 años como partido en el poder, cede, por primera vez, la presidencia de la República a la oposición (PAN), además de no alcanzar ya la mayoría calificada en el Senado. En 2012 recupera la presidencia y en 2018 la vuelve a perder en manos de la oposición (Morena). Coahuila y Edomex son los únicos dos estados que conserva el PRI, sin alternancia.
Marzo 9 de 2023
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