Redacción: Fer Valdep
Vecinos de asentamientos vulnerables de la capital argentina, organizaciones comunitarias, estudiantes e ingenieros de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el movimiento Jóvenes por el Clima están desarrollando un proyecto piloto para fabricar e instalar paneles y termotanques solares en barrios populares. La iniciativa nació de la necesidad práctica de garantizar el acceso al agua caliente sin arriesgar incendios ni electrocuciones, problemas habituales por las conexiones precarias y la falta de red de gas formal en las villas.
En la Villa 20 —donde viven más de 27,000 personas— y en otro asentamiento se están probando dos prototipos de termotanques solares y se están instalando módulos fotovoltaicos en espacios comunitarios. El diseño y los ensayos técnicos fueron aportados por el Proyecto Vectores de la Facultad de Ingeniería de la UBA. La construcción y las pruebas incluyen capacitaciones para que los propios vecinos participen en la fabricación y el mantenimiento de las unidades.
Este proyecto nació de la precariedad de los servicios en los barrios informales. Según el Registro Nacional de Barrios Populares, existen 6,467 asentamientos donde residen más de cinco millones de personas, y la mayoría carece de dos o más servicios básicos: el 66% no tiene energía eléctrica formal, el 90% no accede a red de agua corriente y el 99% no cuenta con gas natural. Esa falta de infraestructura obliga a las familias a hervir agua en pavas eléctricas o usar termotanques inadecuados que —por sobrecalentamiento y variaciones de tensión— tienen un alto riesgo de explotar o incendiarse, lo cual puede provocar graves consecuencias para la seguridad doméstica.
Más allá de resolver el acceso inmediato al agua caliente, el proyecto busca articular soluciones replicables. Su objetivo final incluye la instalación de una microfábrica dentro del asentamiento para producir termotanques de bajo costo, capacitar mano de obra local y generar empleos de calidad, de modo que la tecnología sea apropiada por la comunidad y la experiencia pueda escalar a otros barrios populares de la ciudad y el país. En paralelo, iniciativas pequeñas como Desenganche ya instalaron paneles en centros comunitarios que inyectan energía a la red, lo que muestra vías para combinar autonomía energética y generación de ingresos locales.
Para los promotores y vecinos del proyecto, la energía solar no es solo una alternativa técnica, sino una herramienta que puede acortar brechas sociales: reduce el riesgo de incendios y electrocuciones, mejora condiciones de salud y vivienda, y ofrece oportunidades económicas y formativas dentro del propio barrio. En palabras de Gabriela Linardo, integrante de Atalaya Sur: “Tener agua caliente segura cambiará la vida de las personas”.