Redacción: Amairany Ramírez

La transición energética en México se posiciona como una de las estrategias más relevantes frente al cambio climático y sus efectos. Este proceso no solo busca mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero al sustituir combustibles fósiles por fuentes renovables como la energía solar y eólica, sino que también abre oportunidades para una economía más sostenible, inclusiva y descentralizada. De acuerdo con un informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), para 2050 se espera que el 91% de la electricidad global provenga de fuentes renovables, con un papel protagónico de la energía solar fotovoltaica y la eólica.
Con el objetivo de abordar la pobreza energética y llevar electricidad a comunidades marginadas, la Alianza por la Equidad Energética se ha convertido en un ejemplo de cómo la generación distribuida puede ser un motor de inclusión. Liderada por Sostenibilidad Global, esta iniciativa cuenta con el apoyo de Rafiqui, la primera Asociación Civil en México dedicada al reciclaje de paneles solares, y Energía Real, empresa especializada en soluciones limpias como baterías de almacenamiento y sistemas de monitoreo con métricas ESG.
El crecimiento de la generación distribuida fotovoltaica en México refleja un compromiso nacional por adoptar prácticas sostenibles y reducir la dependencia de combustibles fósiles. A través de políticas públicas como el aumento del límite de generación exenta y alianzas estratégicas, el país avanza hacia un modelo energético más descentralizado, inclusivo y amigable con el medio ambiente.
La transición energética, lejos de ser un desafío técnico o político, es una oportunidad para posicionar a México como líder en sostenibilidad, fomentando un desarrollo económico basado en energías renovables y soluciones innovadoras que respondan al cambio climático.
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