Redacción Ismael Salgado
Cada año, miles de personas eligen la cremación como forma de despedida, sin saber que este proceso emite cerca de 180 kilogramos de dióxido de carbono por cuerpo, cosas que contribuyen al cambio climático en gran medida.
Ante esta realidad, han surgido alternativas más sustentables y respetuosas con el medioambiente.
Una de las propuestas más innovadoras es convertir las cenizas humanas en arrecifes artificiales que regeneran ecosistemas marinos, dando así un nuevo propósito a la despedida de nuestros seres amados.
“Resting Reef”, una startup británico, la cual desarrollo una técnica para transformar las cenizas en estructuras sumergibles que promueven la biodiversidad marina.
Al mezclar las cenizas con materiales receptivos como conchas trituradas y hormigón ecológico, crean módulos que se instalan en el fondo del océano.
Este proceso innovador para honrar la muerte ya tuvo frutos en algunas ocasiones.
Un proyecto piloto en Bali demostró su efectividad al atraer 46 nuevas especies, ayudando a recuperar la vida marina y ofreciendo un espacio simbólico para recordar a quienes ya no están.
En España, una propuesta similar fue impulsada en 2015 por “María Dolores Velasco” al financiar las “Valkyrias del Mar”.
Inspirada por el deseo de su padre de descansar en el mar, Velasco desarrolló ceremonias ecológicas frente a la costa de Cádiz.
Las cenizas se colocan en urnas biodegradables dentro de estructuras de piedra que forman arrecifes artificiales. Cada año, más de cien familias eligen este ritual que no solo honra a sus seres queridos, sino que también protege a toda la vida marina.
Los arrecifes artificiales tienen un valor ecológico significativo.
Estas estructuras ayudan a recuperar ecosistemas dañados por la contaminación y la sobrepesca, al ofrecer refugio y espacio de reproducción para especies marinas.
En regiones como el litoral mediterráneo, especialmente en Barcelona y Garraf, se ha registrado un notable aumento en la biodiversidad gracias a estas iniciativas. Con el agregado de poder despedirse de alguien y que también pueda ser un acto de esperanza y restauración para el planeta.
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