Científicos y más de 100 voluntarios participan en una misión urbana liderada por Citizen Zoo y la ZSL para salvar al caracol peludo alemán, una especie tan antigua que ya habitaba Gran Bretaña durante la Edad de Hielo. Sus diminutas fibras en el caparazón le permiten adherirse a su hábitat, hoy fragmentado por la contaminación.
Redacción: MaJo Gutiérrez
Una intensa misión de conservación urbana se ha puesto en marcha en el Reino Unido para rescatar al caracol peludo alemán (Trochulus hispidus), considerado uno de los moluscos más amenazados del país. Esta carrera para salvar al esquivo gasterópodo, que tiene el tamaño de una uña, es liderada por Citizen Zoo y la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL) y cuenta con la participación de más de 100 voluntarios. Aunque su presencia ha pasado inadvertida por décadas (no fue registrado oficialmente hasta 1982), Joe Pecorelli, de la ZSL, subraya que restos fosilizados demuestran que el “pequeño caracol encantador” ha habitado riberas y humedales desde la época neolítica, incluso antes de que Gran Bretaña se separara del continente europeo.
El nombre de esta especie proviene de su característica más distintiva: las diminutas fibras o “pelos” que recubren su concha. Estas adaptaciones físicas le permiten retener la humedad y adherirse con éxito a las plantas de ribera, crucial para su supervivencia. Más allá de su apariencia curiosa, el caracol peludo es un gasterópodo terrestre hermafrodita que participa en un proceso de selección sexual que incluye un peculiar “dardo de amor”. Su rol ecológico es fundamental, ya que actúa como un reciclador de nutrientes en sedimentos y suelos, favoreciendo el crecimiento vegetal, aireando el terreno y contribuyendo a la salud del ecosistema mediante la dispersión de semillas y esporas de hongos.
Lamentablemente, la población de este caracol ha disminuido drásticamente debido a la pérdida de hábitat y la contaminación. En la actualidad, se cree que la especie está confinada a parches fragmentados a lo largo del río Támesis. Los muestreos actuales, que han encontrado ejemplares en lugares como Richmond upon Thames e Iselworth Ait, buscan comprender mejor su distribución para orientar las acciones de conservación. El objetivo, según Pecorelli de ZSL, no es solo asegurar el futuro del caracol, sino también salvaguardar los espacios verdes de Londres para las generaciones futuras, ya que el molusco es un indicador clave de la salud de los ecosistemas urbanos y rurales.
Este esfuerzo colectivo es un ejemplo de cómo la ciencia ciudadana se convierte en una herramienta poderosa para la protección de especies amenazadas. Elliot Newton, director de rewilding en Citizen Zoo, celebró el hallazgo de su primer ejemplar y destacó que este trabajo en conjunto con comunidades locales y múltiples socios demuestra que es posible comprender y proteger la biodiversidad “escondida” de la ciudad. La conservación del caracol peludo alemán, por lo tanto, es un recordatorio de que incluso las criaturas más pequeñas son vitales para el equilibrio natural y requieren esfuerzos coordinados para garantizar su función ecológica.
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