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Un bosque de 180 años está revolucionando la forma en que entendemos la absorción de CO2 

En un contexto global donde el cambio climático se presenta como uno de los desafíos más apremiantes, la comunidad científica continúa explorando formas innovadoras de mitigar sus efectos. Uno de los experimentos más prometedores es el Proyecto FACE (Free-Air CO2 Enrichment), liderado por la Universidad de Birmingham en Reino Unido. Este estudio, que se desarrolla en un bosque de robles centenarios, ha revelado cómo los árboles longevos pueden adaptarse a niveles elevados de dióxido de carbono (CO2), incrementando su capacidad para capturar y almacenar este gas, lo que ofrece una nueva esperanza en la lucha contra el calentamiento global. 

El experimento FACE se sitúa en un bosque de 21 hectáreas en Staffordshire, donde un grupo de robles ingleses de 180 años ha sido expuesto a niveles elevados de CO2 durante siete años. El objetivo de este estudio es observar en tiempo real cómo los bosques maduros, que representan una gran parte de la cobertura forestal mundial, responden a los cambios en la atmósfera provocados por el aumento de gases de efecto invernadero. 

Para simular las condiciones futuras de la Tierra, los científicos instalaron un sistema de tuberías que libera CO2 entre las copas de los árboles, alcanzando alturas de más de 40 metros. Estos tubos dispersan el gas diariamente, imitando el posible escenario atmosférico si las emisiones globales continúan sin control. 

Resultados prometedores: aumento en la producción de madera 

Después de siete años de seguimiento, los resultados del Proyecto FACE son alentadores. Los robles han mostrado un aumento del 10% en la producción de madera, lo que indica una mayor capacidad para retener CO2. Este incremento en la biomasa leñosa es crucial, ya que permite que el dióxido de carbono se almacene durante décadas, reduciendo así su presencia en la atmósfera y contribuyendo a la mitigación del cambio climático. 

El profesor Rob MacKenzie, director del Instituto de Investigación Forestal de la Universidad de Birmingham, subraya la importancia de estos hallazgos. Según MacKenzie, los bosques maduros están desempeñando un papel fundamental en la absorción de CO2 y, por lo tanto, en la lucha contra el calentamiento global. «Lo que definitivamente no deberíamos hacer es talar estos bosques», advierte, destacando la necesidad de gestionar cuidadosamente los bosques existentes para maximizar su capacidad de almacenamiento de carbono. 

Resultados del experimento 

Los científicos son cautelosos al advertir que este hallazgo no es una solución total al problema del cambio climático. Richard Norby, profesor de investigación de la Universidad de Tennessee y coautor del estudio, enfatiza que la capacidad de los bosques para absorber CO2 no debe ser vista como una excusa para continuar con las emisiones descontroladas de combustibles fósiles. «No hay absolutamente ninguna manera de que podamos transformar el mundo en suficientes bosques para seguir permitiéndonos quemar combustibles fósiles como lo estamos haciendo ahora», señala Norby. 

Además, el experimento continuará hasta 2031 para monitorear si los robles mantienen este comportamiento adaptativo a largo plazo y para estudiar cómo los niveles elevados de CO2 afectan otras formas de vida en el bosque, como los insectos. Ya se han observado cambios en algunas especies de insectos, lo que podría estar relacionado con las nuevas condiciones del aire generadas por el experimento.