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Una amenaza silenciosa para el medio ambiente

Una amenaza silenciosa para el medio ambiente

Redacción:  Amairany Ramírez  

El periodo entre el Black Friday y las rebajas de Año Nuevo se ha convertido en una temporada clave para las compras impulsivas, especialmente de ropa a precios extremadamente bajos. Sin embargo, Greenpeace alerta sobre el impacto ambiental que tiene esta fiebre de consumo, particularmente la moda rápida, un modelo de producción y consumo que prioriza la cantidad sobre la calidad y perpetúa una cultura desechable. 

¿El verdadero precio de la ropa barata? El medio ambiente 

La industria de la moda es actualmente el segundo sector más contaminante del mundo, después del petróleo. Se estima que la producción textil genera 1,200 millones de toneladas de CO₂ al año, superando las emisiones combinadas de la aviación y el transporte marítimo. 

Una parte alarmante de este problema radica en la corta vida útil de la ropa. Según estudios, una prenda de moda rápida promedio se utiliza solo entre 7 y 8 veces antes de ser desechada. Además, cada segundo, el equivalente a un camión lleno de ropa es incinerado o tirado a vertederos, lo que equivale a 2.6 toneladas de residuos textiles por segundo. 

El poliéster, uno de los materiales más utilizados en la moda rápida, es fabricado a partir de petróleo. Cada año, la industria textil consume 70 millones de barriles de este recurso no renovable para producirlo. Además, las prendas de poliéster tardan hasta 200 años en degradarse y liberan microplásticos al medio ambiente con cada lavado, afectando a los ecosistemas marinos y, en última instancia, a la cadena alimentaria humana. 

Aunque el algodón es biodegradable, su producción requiere entre 10,000 y 20,000 litros de agua por kilogramo. Esta cantidad es suficiente para satisfacer las necesidades de agua potable de una persona durante 13 años. Además, el proceso de teñido y tratamiento textil es responsable del 20% de la contaminación de agua industrial en el mundo. 

¿Qué podemos hacer? 

Greenpeace destaca la necesidad de un cambio en nuestros hábitos de consumo. Comprar menos y optar por ropa de mejor calidad es una forma de reducir nuestra huella ambiental. Además, alargar la vida útil de las prendas mediante su reutilización o donación puede ayudar a disminuir la cantidad de residuos textiles. 

La moda sostenible también debe ser un compromiso de las marcas, que deben buscar alternativas menos contaminantes y adoptar prácticas responsables. Sin embargo, el cambio comienza con los consumidores, quienes tienen el poder de transformar la industria con sus decisiones de compra. 

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