Redacción: Arturo Cruz
El cambio climático no solo amenaza al planeta, también revela desigualdades profundas en nuestras ciudades. En México, más del 70% de la vivienda es autoproducida: es decir, construida sin apoyo formal, muchas veces sin supervisión técnica ni materiales adecuados. Esta forma de acceder a una casa es una respuesta a la falta de opciones económicas, pero ahora enfrenta una amenaza mayor: el clima extremo.
De acuerdo con El Economista, las viviendas autoproducidas son particularmente vulnerables a los efectos del cambio climático. Lluvias más intensas, olas de calor y otros fenómenos extremos impactan con mayor fuerza en zonas donde las construcciones carecen de planeación urbana, drenaje eficiente o aislamiento térmico.
Expertos alertan que esta situación no solo pone en riesgo el patrimonio de las familias, sino su salud y seguridad. Además, las mujeres enfrentan una doble carga: son las principales gestoras del hogar y están más expuestas a los impactos de una vivienda precaria.
Aunque hay avances en normativas y esfuerzos para incorporar criterios de resiliencia en la vivienda social, aún es insuficiente. Se necesita una política pública integral que combine acceso a suelo, financiamiento, asistencia técnica y conciencia ambiental para construir hogares más seguros frente al futuro climático.
La pregunta está sobre la mesa: ¿puede México garantizar vivienda digna y resiliente para todos en plena crisis climática?
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