Cambio climático Clima y Crisis

Voces del Ártico: la literatura inuit frente al cambio climático

Redacción: Ximena Zarahi Moreno Luna 

Una tesis doctoral analiza cómo las autobiografías inuit narran el despojo territorial, la crisis climática y la resistencia cultural desde la emoción y la memoria. 

retrato

El cambio climático suele explicarse a través de cifras, proyecciones científicas y gráficos que alertan sobre el aumento de la temperatura global. Sin embargo, para muchas comunidades, sus efectos no son una abstracción, sino una experiencia cotidiana que atraviesa la vida, la identidad y el territorio. Esta es la premisa central de la tesis doctoral Inuit Life Writing in a Time of Arctic Climate Change, recientemente presentada en la Universidad de La Laguna por la investigadora Claudia Isabelle Miller, bajo la dirección de la catedrática Eva Darias Beautell. 

El trabajo propone una lectura del cambio climático desde la perspectiva de la comunidad inuit, a través del análisis de tres obras autobiográficas escritas por autoras canadienses. En ellas, el deshielo, la transformación del paisaje y la violencia ambiental aparecen inseparablemente ligados a procesos históricos de colonización, pérdida lingüística y fractura comunitaria. La investigación pone en evidencia que, para los pueblos inuit, el bienestar humano y el bienestar de la tierra forman una unidad indivisible. 

Las obras analizadas son The Right to Be Cold (2015), de Sheila Watt-Cloutier, un testimonio político y personal sobre la defensa de los derechos inuit; Split Tooth (2018), de Tanya Tagaq, una memoria ficticia que retrata la violencia colonial, patriarcal y ecológica; y Where the Sea Kuniks the Land (2022), de Ashley Qilavaq-Savard, una obra híbrida de poesía y fotografía que aborda el trauma intergeneracional y la relación íntima con el entorno ártico. 

Desde el grupo de investigación NARRA – Espacios narrativos: Estados Unidos y Canadá, Miller incorporó diversos marcos teóricos para su análisis, entre ellos la ecocrítica, los Estudios Indígenas, los Estudios Inuit y la teoría de los afectos. A través de estos enfoques, examinó cómo las técnicas narrativas utilizadas por las autoras transmiten una experiencia sensorial y emocional del cambio climático, donde el territorio no es un escenario pasivo, sino una extensión del cuerpo y la memoria colectiva. 

Uno de los hallazgos más relevantes de la investigación es la coincidencia entre los saberes ancestrales inuit y los datos científicos contemporáneos. Muchas de las observaciones sobre el derretimiento del hielo, la inestabilidad del permafrost o el colapso de infraestructuras aparecen en estas obras como conocimientos heredados, transmitidos de generación en generación, que hoy encuentran respaldo cuantificable en la ciencia climática. No obstante, Miller subraya que el impacto de estos relatos reside en su forma de comunicar: una narrativa que apela a los sentidos, al afecto y a la experiencia encarnada. 

Para la investigadora, los polos representan uno de los espacios donde la injusticia climática se manifiesta con mayor crudeza. El Ártico, afirma, funciona como un barómetro global: lo que ocurre allí tiene consecuencias directas en otros ecosistemas del planeta. Esta interconexión, sin embargo, suele quedar fuera del discurso dominante, especialmente cuando las decisiones políticas se toman desde grandes centros urbanos sin considerar las realidades culturales y territoriales de comunidades pequeñas. 

La tesis también destaca la escritura autobiográfica como una herramienta clave para acercar temas científicos complejos a la sociedad. Al vincular el cambio climático con historias de vida concretas, se rompe la distancia entre el fenómeno global y la experiencia individual. Este enfoque, relacionado con la teoría de los afectos, permite comprender cómo la literatura moviliza emociones y genera empatía, facilitando una comprensión más profunda de los problemas ecológicos. 

Miller observó este efecto durante su experiencia docente, cuando trasladó estos debates al aula. Frente a discursos saturados de datos y malas noticias, el estudiantado mostraba apatía y fatiga informativa. En cambio, los textos inuit provocaban reacciones emocionales inmediatas y una mayor capacidad de empatía, incluso al relacionar las transformaciones del Ártico con experiencias locales, como las vividas en Canarias. 

Finalmente, la investigadora subraya el papel fundamental de las humanidades en la crisis climática. Sin una respuesta emocional y crítica, los datos científicos se acumulan sin generar conciencia ni acción. Desde esta perspectiva, la literatura no solo narra la pérdida, sino que se convierte en una forma de resistencia y en un puente entre conocimiento, territorio y humanidad. La tesis concluye que escuchar las voces inuit no es solo un acto académico, sino una necesidad ética frente a un futuro climático compartido. 

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