Redacción: Inés Arroyo
El 2024 será recordado como el año más caluroso registrado, un claro aviso del avance imparable de la crisis climática. Las temperaturas globales superaron el umbral de 1.5°C por encima de los niveles preindustriales, lo que no solo bate récords, sino que pone en riesgo los objetivos climáticos internacionales.
El fenómeno de El Niño, combinado con una acumulación histórica de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO₂), el metano (CH₄) y el óxido nitroso (N₂O), agravó la situación. Estas emisiones, impulsadas principalmente por la quema de combustibles fósiles, alcanzaron niveles sin precedentes, intensificando los eventos climáticos extremos en todo el mundo.
Las consecuencias de este aumento de temperatura son claras. Huracanes más destructivos, inundaciones devastadoras e incendios forestales incontrolables se multiplicaron en diversas regiones. El huracán Helene, por ejemplo, golpeó a Estados Unidos con una intensidad 2.5 veces más probable debido al cambio climático. En Sudamérica, las lluvias torrenciales causaron más de 180 muertes y miles de desplazados en Brasil.
Además, los efectos van más allá de lo inmediato. La inseguridad alimentaria, el aumento de desplazamientos forzados y la pérdida de biodiversidad son crisis secundarias que empeoran con cada desastre. El deshielo acelerado de los polos y el aumento del nivel del mar representan amenazas constantes para millones de personas.
Para frenar esta tendencia, es crucial reducir las emisiones globales en un 42% para 2030 y un 57% para 2035. A pesar de lo desafiante del panorama, las energías renovables, especialmente la solar y la eólica, son alternativas viables para descarbonizar las economías.
“El cambio climático no es un problema del futuro; es una emergencia del presente”, advierten los científicos. 2024 ha dejado en claro que las actividades humanas son la principal causa de este fenómeno, y los líderes mundiales enfrentan una decisión crucial: actuar con urgencia o enfrentar un futuro lleno de crisis interminables.
Este año es una llamada de atención que no podemos ignorar. El tiempo para cambiar el rumbo se agota, y las decisiones que tomemos hoy determinarán el destino del planeta y las generaciones futuras.
Agregar comentario