El Caribe es conocido por sus playas de arena blanca, aguas cristalinas y exuberantes paisajes tropicales, pero no todas sus islas han disfrutado siempre de esta abundancia natural.
Barbuda alberga una enorme diversidad de hábitats nativos, que aún no están amenazados por el desarrollo, dado que se encuentra bordeada de arrecifes, siendo uno de los secretos ecológicos mejor guardados de las Indias Occidentales.
La isla de Barbuda logró ser considerada un ejemplo de recuperación ambiental, si bien antes se le conocía como una zona árida, se ha transformado en un referente de restauración ecológica y sostenibilidad ambiental.
En 2017, el huracán Irma golpeó a Barbuda, dejándola en ruinas y despojándola de su exuberante vegetación. La isla se sumió en la desolación.
Barbuda se embarcó en una audaz misión de recuperación con el apoyo de organizaciones locales e internacionales. Programas de reforestación, protección marina y restauración de playas transformaron la isla.
Los manglares, cruciales para la costa y la vida marina, fueron replantados y protegidos. Hoy, estos bosques acuáticos florecen nuevamente, sirviendo como hábitats vitales y barreras naturales contra desastres.
Logro también establecer áreas de conservación para revitalizar arrecifes de coral y fomentar la pesca sostenible. Medidas contra la pesca ilegal aseguran poblaciones de peces locales prósperas. El arrecife ahora recobrado su vitalidad.
El territorio de menos de un kilómetro de largo ha sido designado oficialmente como área protegida por el gobierno del país, lo que garantiza que se preserve para la posteridad su condición de lugar de anidación para aves migratorias y hogar de especies que no se encuentran en ningún otro lugar de la Tierra.
Como bien lo señala el reportero Ricardo Márquez, de elperiodico.com Barbuda, hoy en día, no solo ha reabierto sus puertas al turismo, sino que también ha adoptado un enfoque de bajo impacto ambiental. Los visitantes contribuyen a la conservación mientras disfrutan de la belleza restaurada de esta joya caribeña.
Y después de Otis, Acapulco requiere de la experiencia de otros sitios turísticos para levantarse.
Un ejemplo de ello es el trabajo de la activista JohnellaBradshaw considera que Antigua y Barbuda ha demostrado a los escépticos que sí se puede salvar al planeta.
«Cuando piensas en conservación, piensas en cosas que suceden en América o Europa, no en una pequeña isla del Caribe. Ahora que estamos a la vanguardia de la conservación internacional, podemos cambiar esa narrativa y mostrar a las generaciones más jóvenes que personas como yo pueden hacer esto», señaló la coordinadora de la reserva.
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