Redacción: Amairany Ramírez
En las imponentes alturas de los Alpes, donde los paisajes glaciales han sido durante siglos testigos del paso del tiempo y las transformaciones climáticas, el retroceso de los glaciares está redibujando no solo el paisaje natural, sino también las fronteras y las dinámicas políticas entre naciones. En la frontera entre Austria e Italia, el glaciar Hochjochferner es un ejemplo vivo de cómo el calentamiento global está marcando cambios sin precedentes en esta región montañosa.
Paul Grüner, propietario de un albergue de montaña en el lado italiano del glaciar, ha observado de cerca este fenómeno. Desde los años 80, ha visto cómo el hielo que cubría estas montañas retrocede cada vez más, alterando el flujo natural del agua de deshielo. “Antes, el agua fluía hacia Austria y también hacia Italia. Ahora, el sur ha perdido su parte del glaciar, y todo el flujo va hacia Austria”, señala Grüner.
Andrea Fischer, glacióloga y vicedirectora del Instituto de Investigación Interdisciplinaria de las Montañas de la Academia Austriaca de Ciencias, explica que este cambio es parte de un problema mayor que afecta a las montañas de Europa. «Desde 2022, la pérdida de glaciares ha sido extrema, especialmente en las grandes altitudes, donde suelen trazarse las fronteras», afirma.
La frontera entre Austria e Italia fue trazada en 1919, después de la Primera Guerra Mundial, utilizando crestas montañosas y líneas entre picos. Sin embargo, el retroceso de los glaciares y la erosión de las montañas están provocando desplazamientos en estas delimitaciones. Para enfrentar esta situación, ambos países adoptaron en 2006 un tratado que reconoce los cambios graduales causados por el deshielo. Este acuerdo establece que la frontera se ajustará conforme desaparezcan los glaciares, trazándose sobre la cuenca rocosa expuesta. Aunque Austria e Italia pertenecen a la Unión Europea y sus fronteras son abiertas, este fenómeno también afecta a otros países alpinos, como Suiza, que está ajustando su frontera con Italia debido a problemas similares.
El impacto del retroceso glaciar no se limita a los Alpes. Estas montañas, conocidas como el «depósito de agua de Europa», juegan un papel crucial en el suministro hídrico del continente. Los glaciares alimentan grandes ríos como el Rin, que cruza varios países, incluyendo los Países Bajos.
La transformación de los glaciares alpinos es un recordatorio alarmante de los efectos del cambio climático. Más allá del impacto local, los deshielos están reconfigurando mapas, alterando ecosistemas y poniendo en jaque los recursos hídricos de Europa. Para regiones como la frontera entre Austria e Italia, la pérdida de glaciares no es solo una cuestión ambiental, sino un desafío político, económico y social que exige soluciones transfronterizas. En el contexto más amplio, los Alpes se han convertido en un espejo de lo que el mundo enfrenta ante el avance del calentamiento global.
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