Redacción: Amairany Ramírez
Un reciente apagón que afectó a gran parte de la Península Ibérica y al suroeste de Francia el pasado 28 de abril ha reavivado el debate sobre el futuro energético de España. Mientras una comisión de investigación busca las causas, que inicialmente registraron oscilaciones en subestaciones de Granada, Badajoz y Sevilla, defensores de la energía nuclear han señalado a las energías renovables como responsables, una acusación que el gobierno desmiente. Sin embargo, los expertos argumentan que culpar a las renovables es como culpar al termómetro de tener fiebre.
España se ha convertido en un líder europeo en energías limpias, siendo el segundo país de Europa con mayor porcentaje de renovables, solo por detrás de Alemania. Según el Informe del Sistema Eléctrico de 2024, un 56,8% de la energía proviene de fuentes como la eólica, solar e hidráulica, superando el 43,2% de las no renovables, donde la nuclear representa el 20% y el gas (ciclo combinado) el 13,6%. Desde 2023, las renovables generan más de la mitad de la electricidad nacional, mostrando un crecimiento “grandísimo” en los últimos años.
Una de las principales críticas a las energías limpias es que, al depender del viento y el sol, su suministro no es constante, a diferencia del gas o la energía nuclear. Todos los sistemas energéticos necesitan un equilibrio constante entre la energía que se produce y la que se consume. Esto es clave para mantener la frecuencia de la red, que en Europa es de 50 hercios.
Los expertos, como Ismael Morales López de la Fundación Renovables de España, sugieren que el apagón evidencia la necesidad de mejorar la infraestructura de la red. Una dificultad es la relativa desconexión de España y Portugal del resto de Europa debido a su geografía, con la única frontera terrestre significativa a través de los Pirineos con Francia. Países centroeuropeos, con más fronteras e interconexiones, tienen más opciones para recibir apoyo (inercia y generación extra) cuando lo necesitan. España tiene previsto aumentar sus interconexiones energéticas con Francia, buscando pasar de 2.000 a 4.000 megavatios de capacidad de intercambio. Mejorar estas conexiones es crucial para problemas futuros.
El incidente del 28 de abril se interpreta no como un fallo de las renovables, sino como una “llamada de atención” que revela la necesidad de adaptar la infraestructura eléctrica, diseñada para un modelo antiguo y centralizado, a las realidades de la transición energética. Se necesita gobernar las tecnologías actuales (como la solar y la eólica con sus inversores) con sistemas de control modernos, no con protocolos de seguridad diseñados para un sistema basado en grandes centrales con inercia mecánica.
Si se permite que las energías renovables permanezcan conectadas y contribuyan a la estabilidad de la red, podrían actuar como “reservas de flexibilidad”. La transición energética es un camino en marcha, y las lecciones de eventos como este son fundamentales para construir un sistema 100% renovable, operable y resistente en el futuro. La energía solar, en particular, se presenta como una fuente clave por su abundancia y accesibilidad.
El apagón es una señal más de que el sistema está cambiando, con una penetración histórica de renovables y condiciones meteorológicas más impredecibles. Adaptar las redes eléctricas de Europa, al igual que se hizo con las comunicaciones móviles con el GSM, es un reto y una oportunidad.