La capa de ozono, vital para la protección de la vida en la Tierra al absorber la mayor parte de la radiación ultravioleta (UV) del Sol, está en vías de recuperación gracias a las políticas ambientales aplicadas durante las últimas décadas. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) y la ONU han indicado que, si las actuales medidas se mantienen, es probable que para 2066 la capa de ozono en la Antártida vuelva a los niveles observados en 1980, antes de que surgiera el agujero en la capa.
Este progreso ha sido atribuido principalmente a la implementación del Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional que en 1987 prohibió la producción de sustancias que agotan la capa de ozono, como los clorofluorocarbonos (CFCs). Estas sustancias, utilizadas principalmente en aerosoles y refrigerantes, fueron responsables de la degradación de la capa de ozono durante décadas. La enmienda de Kigali, en 2016, reforzó este compromiso al añadir la eliminación gradual de los hidrofluorocarbonos (HFCs), que, aunque no dañan directamente el ozono, son potentes gases de efecto invernadero.
El estado actual de la capa de ozono
Los estudios más recientes de la OMM han demostrado que el agujero de ozono sobre la Antártida ha ido disminuyendo de manera constante desde el año 2000. Se espera que, además de su recuperación en la Antártida hacia 2066, la capa de ozono en el Ártico se recupere para 2045, y en el resto del mundo hacia 2040. Aunque en 2023 se observaron características inusuales, como una aparición temprana del agujero de ozono, estas no contradicen la tendencia de mejora a largo plazo.
Este avance es una muestra clara de cómo la acción conjunta y coordinada entre países puede revertir problemas ambientales globales. Las observaciones indican que el uso de tecnologías y políticas correctas puede mitigar el daño causado por la actividad humana y restaurar los equilibrios naturales que protegen la vida en la Tierra.
La importancia de mantener la vigilancia
A pesar del éxito logrado, los científicos advierten que es crucial seguir monitoreando la capa de ozono y los gases que la afectan. La OMM ha subrayado que factores climáticos, como la actividad volcánica o los patrones meteorológicos inusuales, pueden influir en el tamaño y la gravedad del agujero de ozono. Además, aunque la disminución de los niveles de cloro y bromo en la estratosfera ha sido clave para la recuperación del ozono, cualquier relajación en las políticas ambientales podría revertir este progreso.
En este sentido, la comunidad científica y las organizaciones internacionales han señalado la necesidad de mantener la calidad y la cobertura de las observaciones para detectar cambios inesperados en la capa de ozono y garantizar que las medidas de protección se sigan aplicando. La observación constante y los avances en la tecnología de monitoreo atmosférico son fundamentales para asegurar que la recuperación continúe sin contratiempos.
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