Se acabo el verano y el regreso a clases nos pone a prueba, después de varias semanas en otra dinámica y velocidad, el tratar de retomar la “rutina” puede ser un reto bastante fuerte, hasta se dice que después de enero, la cuesta que “más cuesta” es la de agosto.
Si bien cada inicio de ciclo podemos observarlo como una preciosa “oportunidad” para “empezar de nuevo”, para “hacerlo mejor que antes”, y podamos sentirnos altamente motivados a hacer grandes cambios para mejorar algunos aspectos, lo cierto es que “colgarle” altas exigencias y expectativas puede complicar a un más el proceso de retomar el “ritmo”.
Intentar incorporar en el día a día las mil y una recomendaciones que vamos encontrando en el camino de ser un poco más saludables y lograr desarrollar a la “mejor versión” de uno mismo puede resultar una tarea casi imposible y frustrante, si no es que imposible.
Así que respiremos y vamos por partes, con los pies bien puestos en el suelo, con lo que tenemos, con quienes somos, con quienes estamos.
Hagamos una revisión rápida ¿Cómo quedamos después del verano? ¿Con qué contamos? ¿Qué deseamos de estos próximos seis meses?
En este punto, qué tal que decidimos sólo retomar un tema y trabajar en ello, y ya pasadas dos o tres semanas que eso esté encarrilado, entonces sí, incorporamos otro tema y así nos vamos, sumando poquito a poquito, despacito.
Olvídate de querer hacer “mañanas lentas” todos los días y, además, preparar las loncheras más glamorosas, super nutritivas y equilibradas e instagrameables, y, además, tener las rutinas matutinas y nocturnas más productivas y efectivas, y, además, vestir con outfits en tendencias todos los días, y además …
¿Qué tal que los días que sean posibles intentamos estar “más presentes”, bajamos las expectativas, las prisas y las exigencias absurdas y salimos de casa un poco menos apurados? ¿Qué tal que nos escuchamos más y encontramos nuestro propio ritmo? ¿Qué tal que le damos más espacio a las cosas que resultarán significativas al paso del tiempo?
Para este nuevo ciclo, qué tal que hacemos lo necesario para ir con el corazón más contento y en paz, con la mente más abierta y dispuesta al aprendizaje, con la consigna de intentar y disfrutar lo más que se pueda, de crear espacios no sólo para el aprendizaje de contenidos sino de convivencia en los que prevalezca el respeto, la comunicación asertiva, la empatía, la colaboración, el cuidado mutuo y la ternura.
Y tú, ¿cómo enfrentas este nuevo ciclo?
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