Redacción Marlone Serrano
La consulta ciudadana frenó el Parque Ecológico y de Reciclaje en Hidalgo tras un voto mayoritario en contra. El resultado abre un debate sobre democracia participativa, gestión ambiental y el futuro de la región Tula-Atitalaquia, una de las zonas más contaminadas del país.

La consulta ciudadana sobre la construcción del Parque Ecológico y de Reciclaje en Hidalgo (PERH) concluyó con un resultado mayoritario en desacuerdo, marcando un precedente en los ejercicios de democracia participativa vinculados a proyectos ambientales impulsados por el gobierno federal. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y el Gobierno de Hidalgo reconocieron oficialmente la decisión de la población de Atitalaquia, Tlaxcoapan y Tula de Allende, y anunciaron que se buscará una nueva ubicación para desarrollar el proyecto de economía circular.
El ejercicio consultivo, organizado técnicamente por el Instituto Estatal Electoral de Hidalgo (IEEH), registró una participación del 8.77 por ciento de la lista nominal, con 12 mil 259 votos emitidos. De ellos, 7 mil 736 ciudadanos —63.10 por ciento— se manifestaron en desacuerdo con el PERH, mientras que 4 mil 334 personas —35.35 por ciento— votaron a favor; se contabilizaron 189 votos nulos. El rechazo fue mayoritario en Atitalaquia y Tlaxcoapan, mientras que en Tula de Allende predominó una postura favorable.
La región Tula-Atitalaquia carga con un historial de décadas de deterioro ambiental. Contaminación del aire, del agua y del suelo, asociada a un desarrollo industrial sin planeación y a la omisión de gobiernos anteriores, ha llevado a que el territorio sea señalado como una “zona de sacrificio” o incluso un “infierno ambiental”. En ese contexto, el PERH fue presentado como una alternativa de recuperación, al plantear la rehabilitación de terrenos abandonados de una fallida refinería para crear áreas verdes, un vivero, un humedal, centros de capacitación y una planta capaz de manejar hasta 500 toneladas de residuos que hoy se disponen de forma inadecuada.
Sin embargo, el rechazo ciudadano refleja una desconfianza acumulada. Para una parte de la población, el proyecto no logró despejar temores asociados a la salud, en una zona donde se reportan enfermedades crónicas y casos de cáncer vinculados a la contaminación histórica. Para otros sectores, el PERH representaba una oportunidad de iniciar una transición ambiental largamente postergada.
Especialistas y analistas coinciden en que el resultado no deja ganadores claros. La cancelación del proyecto en ese sitio implica la pérdida de una opción inmediata para atender una crisis ambiental urgente, mientras la población continúa expuesta a riesgos sanitarios. Al mismo tiempo, se evidencian fallas en el proceso institucional: la ausencia de una Manifestación de Impacto Ambiental previa, la falta de foros técnicos amplios y una estrategia de comunicación insuficiente para explicar los alcances reales del proyecto y de las 60 hectáreas destinadas al reciclaje.
También hubo críticas al formato de la consulta. Reducir un problema ambiental complejo a una pregunta binaria de “sí” o “no”, señalan expertos, limita la deliberación pública, excluye condiciones intermedias y puede profundizar la polarización social en territorios ya tensionados por años de abandono.
Tras conocerse los resultados, Morena Hidalgo llamó a no abandonar el compromiso de rescatar ecológicamente la región de Tula y a abrir un nuevo proceso democrático que permita replantear el proyecto con mayor información, participación ciudadana y propuestas desde las comunidades. El desafío, advierten voces ambientales, no es sólo encontrar otro sitio para el PERH, sino reconstruir la confianza social y diseñar soluciones integrales para una de las zonas más contaminadas del país, donde cada día sin acciones efectivas prolonga una crisis ambiental y de salud pública largamente documentada.

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