Inés Arroyo
Del 11 al 22 de noviembre, Bakú, Azerbaiyán, alberga la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 29), un espacio clave para abordar la crisis climática. Este encuentro busca fortalecer los compromisos internacionales para frenar el calentamiento global y acelerar la transición energética hacia fuentes limpias.
El cambio climático sigue siendo una de las mayores amenazas para el planeta. El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió en la COP 28 que las acciones actuales no son suficientes. Si no se intensifican los esfuerzos, la temperatura mundial podría aumentar en 3°C para el final de este siglo, mucho más allá del límite de 1.5°C establecido en el Acuerdo de París. Por ello, se espera que los países refuercen sus promesas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y que aumenten sus inversiones en energías renovables.
El caso de México es preocupante. En 2023, solo el 24.32% de su energía provino de fuentes limpias, muy por debajo de la meta del 35% para 2024. A pesar de contar con capacidad renovable, muchos proyectos están paralizados debido a la falta de permisos y a la caída en la generación de energía hidroeléctrica por la sequía. A nivel internacional, los países están comprometidos a alcanzar la neutralidad de carbono en 2050, pero los avances en México han sido lentos.
Este año, la COP 29 busca hacer que los países actualicen sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), compromisos que definen las acciones de cada nación para combatir el cambio climático. Los países desarrollados, en particular, están bajo presión para cumplir con sus metas y garantizar que sus compromisos se traduzcan en acciones concretas.
En esta edición de la COP, el futuro de los combustibles fósiles será un tema clave, especialmente para países como Azerbaiyán, cuyo modelo económico está basado en el petróleo. Sin embargo, la comunidad internacional exige que se prioricen las energías limpias.
México, por su parte, ha revisado sus objetivos climáticos y aumentó su meta de reducción de emisiones al 35% para 2030. Sin embargo, aún hay obstáculos significativos, como la falta de infraestructura y la escasa inversión en proyectos de energía renovable. En este contexto, se espera que la COP 29 impulse una mayor colaboración internacional y el financiamiento necesario para alcanzar los objetivos climáticos globales.
En resumen, la COP 29 representa una oportunidad crucial para fortalecer los compromisos climáticos y tomar decisiones que pueden cambiar el rumbo de la crisis climática. Es fundamental que todos los países, especialmente los más desarrollados, asuman su responsabilidad y aceleren la transición hacia un futuro más sostenible.
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