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El ecosistema antártico bajo amenaza: El rápido crecimiento de la vegetación preocupa a los científicos

Redactor: Sam Torne 

En las últimas décadas, la Antártida, conocida como uno de los lugares más fríos y desolados de la Tierra, ha mostrado un cambio alarmante en su paisaje. Investigaciones recientes han revelado que las zonas verdes en el continente se están expandiendo a un ritmo acelerado, lo cual está directamente relacionado con el calentamiento global. Este fenómeno, aunque aún limitado a una pequeña porción de la península antártica, es una clara señal de que incluso los ecosistemas más remotos y extremos del planeta están siendo afectados por la crisis climática. 

Tradicionalmente, la Antártida ha sido una tierra de hielo y nieve, pero ahora se están observando crecimientos vegetales significativos, especialmente en musgos y líquenes. Según estudios recientes, la cobertura verde en ciertas áreas de la península antártica ha aumentado más de un 30% en los últimos años, acelerándose desde 2016. La vegetación que antes cubría una superficie de menos de 1 km² en la década de 1980 ha aumentado drásticamente a más de 5 km² para el 2021. 

Este crecimiento de la vegetación se debe en gran parte a las olas de calor extremas que están afectando al continente, con temperaturas que, en algunos casos, han llegado a superar los 18 grados Celsius. Estos aumentos de temperatura permiten que áreas que antes estaban completamente cubiertas de hielo se conviertan en terrenos fértiles para el crecimiento de plantas. Aunque este reverdecimiento podría parecer un cambio positivo, en realidad es una manifestación de las transformaciones climáticas que están poniendo en peligro los frágiles ecosistemas antárticos. 

El cambio en la vegetación tiene implicaciones profundas para el ecosistema antártico. Por un lado, el aumento de la vegetación en estas zonas reduce la capacidad del continente para reflejar la luz solar, un fenómeno conocido como albedo, lo que a su vez intensifica el calentamiento en la región. Cuantas más áreas verdes aparezcan, más calor absorberá la superficie, acelerando aún más el derretimiento del hielo. 

Además, la llegada de especies invasoras es una amenaza emergente en la Antártida. Con la expansión de las zonas libres de hielo, existe un mayor riesgo de que esporas y semillas transportadas por aves o incluso por los investigadores y turistas puedan alterar los delicados equilibrios ecológicos, poniendo en peligro a las especies nativas. 

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