Redacción Frida Mendez
La energía y el cambio climático en América Latina y el Caribe, señalando tanto los logros como los límites a los que se enfrenta la región en cuanto a energías renovables y eficiencia energética.
Latinoamérica y el Caribe cuentan con notables progresos en energías renovables, con una considerable capacidad de producción eléctrica instalada, esencialmente en fuentes como la hidroeléctrica, solar y eólica. No obstante, la región todavía afronta dificultades importantes en términos de eficiencia energética, o sea, en la aplicación más eficaz de la energía existente para disminuir el consumo, los gastos y las emisiones de carbono.
Pese a los éxitos en energías renovables, la región continúa luchando con problemáticas como crisis energéticas, que incluyen suspensiones persistentes en naciones como Ecuador y Cuba, y el riesgo de fenómenos climáticos extremos como las sequías, que impactan la disponibilidad de agua para las centrales hidroeléctricas, que son un recurso esencial de energía. 17 millones de habitantes en la zona todavía no disponen de acceso a la electricidad, evidenciando la injusticia y la vulnerabilidad de numerosas comunidades.
Argentina posee un increíble potencial en energías renovables, pero todavía se basa en gran amplitud en combustibles fósiles, a diferencia de Brasil que dispone de recursos renovables, pero también impulsa la obtención de hidrocarburos, específicamente en la Amazonía. Por su parte, Chile está progresando velozmente hacia una matriz energética principalmente renovable, mientras que Colombia también tiene la capacidad de ampliar su contribución en energías renovables como la solar y la eólica.
Aunque los avances en energías renovables son notables, la región todavía requiere un crecimiento considerable en la eficiencia energética. Esta mejora es fundamental para limitar el uso innecesario de recursos, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y, finalmente, colaborar al combate contra el cambio climático mundial. Para conseguir estos propósitos, la región exige eficacia, determinación política y una comprensión detallada de la realidad energética y climática.
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