Ciudad de México enfrenta un creciente problema ambiental y de salud pública debido a la vasta cantidad de desechos generados por las campañas electorales. Cada ciclo electoral, miles de toneladas de materiales como papel, plástico y otros componentes de propaganda política inundan las calles, contribuyendo significativamente a la contaminación del suelo y del agua. Este año, se estima que la cantidad de basura electoral en la Ciudad de México podría alcanzar hasta 30,000 toneladas.
Impacto ambiental para la ciudad
El material más común en la propaganda electoral incluye lonas, pendones y carteles, predominantemente fabricados de plásticos que tardan entre 100 y 1,000 años en degradarse. Este hecho ha impulsado a organizaciones como Greenpeace a solicitar a los candidatos que se comprometan a reducir su huella plástica y a gestionar adecuadamente estos residuos, proponiendo incluso que se utilicen materiales biodegradables como el poliácido láctico.
Además del impacto ambiental, la basura electoral representa una carga económica significativa. En las últimas campañas locales en Ciudad de México, los candidatos gastaron cerca de 7 millones de pesos solo en materiales de propaganda, lo que representa más de la mitad de sus gastos totales de campaña.
Medidas de mitigación
Aunque la ley mexicana requiere que toda la propaganda electoral sea reciclable, la realidad es que mucho de este material termina en vertederos, calles, y alcantarillas, bloqueando sistemas de drenaje y aumentando el riesgo de inundaciones durante la temporada de lluvias. Ante esta problemática, se hace urgente que las autoridades y candidatos encuentren soluciones más efectivas para manejar estos residuos, incluyendo la posibilidad de adoptar campañas digitales y otras formas de comunicación que no generen desechos.
El manejo de la basura electoral en Ciudad de México no solo es un desafío ambiental, sino también una cuestión de responsabilidad política y social. Requiere un compromiso firme tanto de los políticos como de la sociedad para implementar prácticas sostenibles que protejan tanto el entorno urbano como la salud pública.
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