En la búsqueda de soluciones para mitigar los efectos del cambio climático, los sistemas de apareamiento entre especies han emergido como un factor crucial en la conservación de la biodiversidad. La investigadora Araxi Urrutia, especialista en bioinformática y miembro de El Colegio Nacional, ha subrayado la importancia de entender estos sistemas como un elemento clave para la supervivencia de las especies frente a las crecientes amenazas ambientales.
Los sistemas de apareamiento varían significativamente entre las especies, y su influencia va más allá de la simple reproducción; según Urrutia, los sistemas de apareamiento no solo afectan la forma en que las especies se reproducen, sino también su capacidad de adaptación y supervivencia en entornos cambiantes. En especies poligínicas, donde un macho tiene acceso a varias hembras, la competencia entre machos es más intensa, lo que promueve una mayor variabilidad genética. Esta diversidad genética es significativa para que las especies puedan adaptarse rápidamente a cambios en su entorno, como los causados por el cambio climático.
En contraposición, las especies monógamas tienden a tener menor variabilidad genética, pero han desarrollado estrategias evolutivas que también les permiten sobrevivir, las especies con sistemas monógamos suelen presentar mayor cooperación en el cuidado parental, lo que puede aumentar la tasa de supervivencia de las crías en entornos difíciles.
Conservación y cambio climático
El cambio climático ha alterado los hábitats de muchas especies, reduciendo las áreas donde pueden vivir y reproducirse, esto pone en riesgo la biodiversidad, especialmente en áreas donde la intervención humana ha causado fragmentación del hábitat. Los sistemas de apareamiento, junto con la selección sexual, juegan un papel importante en la adaptación de las especies a estos entornos. Como explicó Urrutia, la selección sexual puede acelerar la especiación, ya que dentro de una población las hembras pueden preferir características distintas en los machos, lo que podría generar nuevas subespecies mejor adaptadas a su entorno.
Para asegurar la conservación de las especies en peligro, es fundamental considerar estos sistemas de apareamiento al diseñar planes de conservación; las áreas protegidas y los corredores biológicos, que facilitan la movilidad de las especies y la dispersión de sus genes, son herramientas esenciales. Estas estrategias permiten que las poblaciones mantengan una variabilidad genética que las haga más resilientes frente a las amenazas del cambio climático.
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