Cambio climático

Las consecuencias extremas de la pobreza, la violencia y el cambio climático en la primera infancia 

La crisis medioambiental, las disputas sociales y la pobreza impactan seriamente en la primera infancia a escala mundial, aunque los niños representan un tercio de la población, únicamente el 2.4% del presupuesto mundial destinado a luchar contra el cambio climático se conduce a este grupo, y ninguno de esos recursos se destina a los niños menores de seis años, una etapa fundamental para su crecimiento. 

Los niños ya se encuentran con varias dificultades, tales como la pobreza y la violencia, que influyen en su crecimiento cognitivo, emocional y físico. Por ejemplo, la pobreza genera desigualdades en el desarrollo de habilidades sociales y emocionales, mientras que la violencia, incluso en formas aceptadas socialmente, ocasiona estrés y afecta el crecimiento neuronal. Además, la crisis climática también está perjudicando la salud de los niños, especialmente con el incremento de temperaturas extremas que afectan de manera negativa el desarrollo temprano de los pequeños. 

La creciente crisis migratoria, que agrava aún más las condiciones de vulnerabilidad para la primera infancia. Los menores migrantes, que han experimentado un crecimiento notable en años recientes, no solo se enfrentan a la pobreza y la violencia, sino también al estrés de la migración obligada, que afecta su bienestar físico y emocional. Estos menores tienden a llegar a naciones de acogida sin una infraestructura idónea que los cuide, ocasionando así un ciclo recurrente de pobreza y vulnerabilidad. En esta situación, solamente un limitado grupo de los niños migrantes puede asistir a servicios básicos como la educación y la nutrición. 

Pese a las visibles necesidades, solo un pequeño porcentaje (3%) de los recursos mundiales se otorga para el cuidado de la primera infancia en circunstancias de crisis. Por esta razón, se insiste en la indispensable necesidad de que los países consideren el cuidado completo de la primera infancia migrante como un derecho, garantizando el acceso a servicios indispensables como la salud, la educación y la protección. Además, es importante que los países de acogida transformen sus servicios para fomentar la resiliencia, capacidades sociales y emocionales en los niños migrantes, con el fin de asegurar su integración y bienestar. 

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