Redacción: Inés Arroyo
Los huracanes, con su imponente fuerza destructiva, son fenómenos climáticos que se miden utilizando la Escala de Vientos Huracanados Saffir-Simpson. Esta escala clasifica los huracanes en cinco categorías, de acuerdo con la velocidad de sus vientos y el potencial daño que pueden causar. La categoría más alta, la 5, representa el límite de esta escala. Pero ¿por qué no existe una categoría 6 o superior?
¿Qué es la Escala Saffir-Simpson?
Creada en la década de 1970, esta escala lleva el nombre de sus creadores: el ingeniero civil Herbert Saffir y el meteorólogo Robert Simpson, entonces director del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos. Fue diseñada para clasificar los huracanes según los daños que podían causar en las edificaciones, desde casas hasta grandes infraestructuras.
La escala se basa en la velocidad de los vientos sostenidos de los huracanes y se divide en cinco categorías:
– Categoría 1: Vientos de 119 a 153 km/h, con daños mínimos principalmente en vegetación y edificaciones no reforzadas.
– Categoría 2: Vientos de 154 a 177 km/h, con daños mayores a tejados y árboles, además de cortes de energía.
– Categoría 3: Vientos de 178 a 208 km/h, capaces de causar daños devastadores en viviendas, árboles caídos, y dejando áreas sin electricidad ni agua por días o semanas.
– Categoría 4: Vientos de 209 a 251 km/h, con destrucción severa en edificios y árboles arrancados de raíz, además de desolación generalizada.
– Categoría 5: Huracanes con vientos de más de 252 km/h. A partir de este punto, la devastación es total. Edificaciones mal construidas colapsan, y los daños a la infraestructura son catastróficos.
La clave de la Escala Saffir-Simpson no solo radica en la velocidad de los vientos, sino en cómo esa velocidad se traduce en impactos concretos sobre las estructuras y el entorno.
¿Por qué no existe una categoría 6?
Aunque algunos huracanes han superado con creces los 252 km/h, como el huracán Patricia en 2015, que alcanzó 345 km/h, la categoría 5 es considerada el máximo nivel porque a partir de ese umbral el daño es ya tan severo que no se considera necesario añadir una clasificación superior. Un huracán de categoría 5 ya implica **destrucción total** de viviendas mal construidas, árboles arrancados de raíz y la pérdida de infraestructura básica.
En la práctica, el impacto devastador de un huracán con vientos de 260 km/h y otro con vientos de 320 km/h es similar en términos de destrucción. Las áreas afectadas sufrirán el colapso de edificios, interrupciones en los servicios básicos y un daño ecológico masivo. La creación de una categoría 6 no cambiaría las medidas de emergencia ni las advertencias necesarias para proteger a la población.
Relación con el cambio climático
El calentamiento global está incrementando la frecuencia e intensidad de los huracanes debido a las temperaturas más altas en los océanos, el combustible principal de estas tormentas. Esto ha llevado a que más huracanes alcancen la categoría 5, y algunos expertos sugieren que el aumento de la temperatura del mar podría generar huracanes aún más violentos en el futuro. Sin embargo, la Escala Saffir-Simpson se mantiene como una referencia adecuada para advertir sobre el peligro de estas tormentas extremas.
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