La naturaleza ha sido estudiada durante varios siglos a partir de varias ramas de las ciencias naturales.
Desde la biología, la botánica, geología y los ecosistemas, son un objeto de conocimiento, admiración y cuestionamiento constante por todo lo que aún no se sabe sobre algunas situaciones y fenómenos naturales e incluso del origen de la vida.
Día a día los acontecimientos de la naturaleza, especialmente los que muestran cierta rareza o anormalidad, ponen a los científicos a pensar de más para conocer el porqué de varias situaciones, como la ocurrida en días pasados en el Estado de Utah, en Estados Unidos, donde la nieve se tornó de color rosa.
¿Qué sucedió en Utah?
Tony Grove Lake, un ecosistema montañoso y acuático localizado en Utah, a poco más de dos horas de la capital estatal, Salt Lake City, fue el lugar en donde cayó nieve color sandía durante el fin de semana pasado, causando asombro entre los visitantes del sector el cual ya se considera una atracción turística regional.
A pesar de que el fenómeno natural ha causado furor en los pobladores cercanos, quienes asistieron para tomar una fotografía del raro suceso, de acuerdo con los científicos, no es una buena noticia ni un evento que deba pasar desapercibido, ya que es una señal de que el medio ambiente está teniendo cambios que no debería presentar.
La nieve rosa, también conocida como nieve roja, nieve de sangre o Watermelon snow (nieve sandía, en inglés), lleva miles de años fascinando e inquietando a científicos y exploradores del mundo entero. Ya en el siglo IV a.C., Aristóteles escribió sobre este fenómeno natural, siendo el primero en documentar esta nieve de tonalidad curiosa.
En el siglo XIX, la comunidad científica descubrió que el color rojizo de la nieve se debe a la proliferación de una especie de alga verde llamada Chlamydomonas nivalis, cuyo pigmento carotenoide rojo tiñe el característico blanco del hielo de rosa. Esta especie de alga es criofílica (amante del frío) y prospera en aguas heladas, de ahí que la nieve rosa sea común en las regiones polares alpinas y costeras.
A pesar de que la nieve rosa tiene una justificación científica y biológica y es parte de un proceso natural, las consecuencias de la proliferación del alga Chlamydomonas nivalis puede suponer un problema para el medio ambiente.
En un estudio publicado en la revista Nature en 2016, un grupo de investigadores concluyeron que esta microalga hace que la nieve se derrita más rápido, ya que su pigmento reduce la capacidad de la nieve de reflejar el calor del sol.
Los investigadores del Instituto de Ciencias Polares del Consejo Nacional de Investigación de Italia mencionan que este fenómeno podría intensificarse debido al cambio climático, tanto así que uno de ellos, Biagio Di Mauro, agregó: “De hecho, las bajas nevadas durante el invierno y las altas temperaturas de primavera/verano crean el ambiente perfecto para el desarrollo de estas algas”.
También se han reportado casos anuales en el Ártico, por lo que los expertos están cada vez más seguros de que el calentamiento global, que conlleva al derretimiento de los polos, más las algas rosas, hacen que los modelos para calcular cuánto tiempo le quedan a la humanidad para que se puedan salvar los casquetes polares no sean tan precisos.
Los científicos han informado que no se debe consumir este tipo de nieve, ya que las algas rosas pueden ser nocivas para la salud, además de que se debe alertar sobre este tipo de fenómenos a las autoridades, pues a pesar de que parezcan inofensivos, no lo son para el medio ambiente.
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