Redacción: Inés Arroyo
En 2024, México experimenta una reestructuración profunda en su sector energético. La Secretaría de Energía (Sener) vuelve a tomar el control, integrando los organismos reguladores como la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), que dejan de ser autónomos y se convierten en órganos técnicos dentro de la Sener.
Este cambio también afecta a Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que regresan a ser empresas públicas. La medida busca optimizar sus operaciones bajo un enfoque más centralizado.
La administración encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum apuesta por una transición energética hacia fuentes más limpias, como la solar, eólica e hidráulica. Esta estrategia no solo tiene como objetivo reducir el impacto ambiental, sino también impulsar el crecimiento económico mediante la creación de empleos en el sector de las energías renovables.
Uno de los pilares de esta transformación es el establecimiento de un nuevo marco regulatorio que fomente la inversión en proyectos energéticos sostenibles. El gobierno mexicano busca facilitar la colaboración entre el sector público y privado para atraer capital nacional e internacional, lo que permitirá modernizar la infraestructura energética y diversificar las fuentes de energía.
Este cambio en la política energética ofrece la oportunidad de avanzar hacia una matriz energética más limpia y eficiente, menos dependiente de los combustibles fósiles. Sin embargo, su éxito dependerá de cómo se logre equilibrar la participación del sector público y privado, y de cómo se implementen efectivamente las nuevas políticas.
México está en un momento clave para transformar su sector energético, enfrentar los desafíos del cambio climático y crear un modelo más sostenible para las futuras generaciones.
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