Redacción Marlone Serrano
El sector energético de Argentina logró un ingreso adicional de USD 5.223 millones en lo que va del año, superando con creces las cifras de 2023, impulsado por el desarrollo de las exportaciones de petróleo y gas natural de Vaca Muerta, así como por una drástica reducción en las importaciones de combustibles. Este repunte económico representa un cambio significativo en una balanza comercial que acumuló déficits durante más de una década.
De acuerdo con estimaciones privadas y gubernamentales, 2024 cerrará con un superávit energético superior a los USD 5.000 millones, el nivel más alto en al menos 15 años. Proyecciones sugieren que este saldo positivo podría duplicarse para 2025, posicionando al sector energético al nivel de la agricultura argentina hacia 2030, respaldado por proyectos asociados al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI).
Según datos del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), entre enero y noviembre de este año, la diferencia entre exportaciones e importaciones energéticas alcanzó un saldo positivo de USD 4.806 millones. Este contraste con el déficit de más de USD 400 millones registrado en el mismo período de 2023 responde tanto al incremento en exportaciones como a menores compras internacionales, con un ahorro de USD 3.789 millones debido a la caída en precios y volúmenes importados.
El presidente Javier Milei destacó recientemente la relevancia de estas divisas en sus planes para la economía nacional, subrayando que el flujo constante de dólares contribuirá a la apreciación del peso y a una futura dolarización endógena. “Con todos los proyectos energéticos, nos van a salir los dólares por las orejas”, afirmó durante un evento en la Bolsa de Comercio de Córdoba.
Por su parte, Santiago Bausili, presidente del Banco Central, aseguró que la transición energética continúa siendo clave para la estabilidad macroeconómica. Bausili proyecta que los ingresos energéticos del próximo año podrían alcanzar los USD 13.000 millones, consolidando a Vaca Muerta como un motor económico de largo plazo.
Especialistas resaltan que esta autosuficiencia energética permite mitigar impactos externos, como los ocasionados por conflictos internacionales, y reduce la vulnerabilidad económica. Este superávit, además, promete fortalecer la acumulación de reservas y mejorar la competitividad del país en mercados globales.
Con estas perspectivas, el sector energético argentino no solo se consolida como un pilar económico, sino también como un componente estratégico en la planificación de políticas públicas de largo alcance.
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