En México existen diversas especies de animales y desde los últimos años ha destacado el ajolote, sin embargo, este tiene un “primo” en Michoacán del que casi nadie habla. Ambos animales representan la diversidad de anfibios con características únicas y que desafortunadamente se encuentran en peligro de extinción en el país.
El achoque, es endémico de la laguna de Zacapu, Michoacán, aunque también habita en el lago de Pátzcuaro en el mismo estado y su distribución se restringe a las zonas cercanas con vegetación y manantiales. Físicamente, su cuerpo es robusto, con cola corta, de 14 a 25 branquias, mide desde 162 mm hasta 235 mm, y generalmente son de color naranja oscuro con puntos negros.
Su nombre científico es Ambystoma dumerili, y su principal característica al igual que el ajolote, es el poder reproducirse en su estado larval bajo el agua y quedarse así hasta morir, además ambas especies de salamandras pertenecen a las 17 endémicas de México.
La especie al igual que muchas otras en el país se encuentra en peligro de extinción y las causas son el crecimiento urbano, ya que ha disminuido su hábitat, la contaminación del lago y sus alrededores; así como la explotación del achoque por pescadores con el fin de véndelo dentro del mercado local, pues aun existen diversos mitos sobre los beneficios de su consumo. Aunque ahora un grupo de monjas pertenecientes a la Basílica de Nuestra Señora de la Salud crearon un recinto con acuario y laboratorio para proteger y reproducir a la especie.
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