Redacción: Inés Arroyo
China ha eliminado el requisito que obligaba a las centrales de energía renovable a incluir sistemas de almacenamiento. Esta medida, que entrará en vigor el 1 de junio, busca reducir costos y hacer más competitivo el mercado eléctrico.
Desde 2022, los proyectos solares y eólicos debían contar con almacenamiento para obtener permisos de desarrollo y conexión a la red. Aunque esto ayudó a mitigar la intermitencia de las energías renovables, también elevó los costos operativos y generó baja utilización de los sistemas de almacenamiento. Con la nueva política, estos proyectos deberán comercializar la energía almacenada en mercados eléctricos, lo que plantea desafíos de rentabilidad.
El impacto de este cambio será global. China representaba el 56% de la demanda mundial de almacenamiento de energía en 2024. Sin la obligación de incluir baterías, S&P Global estima que el 45% de la demanda global desaparecerá en 2025. Esto hará que los precios de almacenamiento caigan, beneficiando a mercados internacionales con soluciones más accesibles.
Además, el país introducirá subastas de contratos por diferencias (CfD), reemplazando el modelo de pago fijo a generadores renovables. Hasta ahora, estos recibían una tarifa basada en los precios de la energía del carbón. Con la nueva política, los precios se fijarán por competencia en el mercado, lo que podría reducir ingresos para proyectos solares y eólicos.
A mediano plazo, China planea un mercado eléctrico basado en oferta y demanda para 2030. Sin embargo, solo algunas provincias han implementado sistemas de compraventa de energía, lo que limita la rentabilidad del almacenamiento.
La industria global del almacenamiento enfrentará cambios significativos. Mientras China ajusta su política, otros mercados deberán adaptarse a la caída de precios y a un nuevo equilibrio en la oferta y la demanda.
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