Según un reciente estudio de la NASA, los huracanes como «Otis» no solo causan devastación en términos de infraestructura y pérdida de vidas, sino que también tienen un impacto significativo en la capacidad del planeta para eliminar dióxido de carbono (CO2). ) de la atmósfera. Este fenómeno representa un serio desafío en la lucha contra el calentamiento global.
La NASA publicó dos imágenes satelitales que muestran el territorio de Acapulco antes y después del paso del huracán «Otis». La primera imagen, capturada por el satélite Landsat 8 el 21 de octubre, muestra una próspera vegetación. Sin embargo, la segunda imagen, tomada tres días después del desastre por Landsat 9, revela un cambio drástico en el paisaje, con áreas que antes eran verdes ahora convertidas en puntos marrones.
El huracán «Otis», que evolucionó de tormenta tropical a huracán categoría cinco en poco más de 12 horas, dejó a Acapulco completamente devastado. Los fuertes vientos y las intensas lluvias arrancaron árboles de raíz, destruyeron infraestructuras y causaron secciones de tierra. Además de la destrucción material y humana, la NASA advierte que eventos de esta magnitud dificultan la capacidad de los bosques para absorber CO2, un efecto que se incrementa con la intensidad y frecuencia de estos fenómenos.
Los árboles más altos ubicados en pendientes en Acapulco sufrieron graves daños. La rapidez del viento y el tamaño de los árboles hicieron que su estabilidad fuera comprometida, alterando permanentemente su composición. Este cambio en la vegetación afecta directamente la capacidad del ecosistema para funcionar como un sumidero de carbono.
Este estudio de la NASA subraya la conexión entre los fenómenos climáticos extremos y el cambio climático. Mientras los huracanes se vuelven más intensos y frecuentes, su impacto en los ecosistemas naturales y su capacidad para regular el CO2 se convierte en una preocupación creciente.
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