El cambio climático está afectando gravemente la producción agrícola en México, lo que ha resultado en un aumento significativo de precios de varios productos alimenticios. Desde el cilantro hasta el aguacate, la variabilidad climática está poniendo en jaque la seguridad alimentaria del país. Este incremento no solo afecta a los consumidores, sino también a las empresas que dependen de estos insumos para sus productos.
Según el informe, los precios del cilantro han aumentado un 556%, los del tomate un 205%, y los del aguacate un 186%. Este fenómeno se debe a la combinación de sequías severas y lluvias intensas, que alteran las temporadas de cultivo en estados clave como Guanajuato, Michoacán y Puebla. Este patrón de clima errático complica la producción regular y estable de alimentos.
Las empresas que producen alimentos veganos, como NotCo y Delike, enfrentan un desafío adicional. Los productos veganos, que ya suelen ser más costosos que los convencionales, han visto un incremento en el precio de las materias primas. Pablo Rey, fundador de Delike, comenta sobre las dificultades para mantener el abasto de ingredientes como la col y el cilantro. Estas empresas se ven obligadas a innovar en sus fórmulas para mantener la producción sin trasladar el costo a los consumidores.
El aumento de precios y la escasez de productos también afectan a la industria del sushi, con el alga nori viendo un incremento del 80% en su costo. La sequía ha duplicado el precio del arroz utilizado para sushi en los últimos años, sumando presión sobre los restaurantes y productores. Alejandro Gutiérrez, de GUVAL Foods, explica que el cambio de temperatura en el mar está afectando las cosechas de alga nori, que son cruciales para esta cocina.
La situación actual subraya la necesidad de estrategias más sostenibles y resilientes en la agricultura y en la cadena de suministro alimentario. Las empresas deben invertir en tecnologías y prácticas que mitiguen los impactos del cambio climático y aseguren la disponibilidad de productos esenciales. Además, es crucial fomentar políticas públicas que apoyen a los productores agrícolas a adaptarse a estas nuevas realidades climáticas.
El cambio climático no es un problema futuro; ya está afectando directamente la vida cotidiana y la economía de México. La adaptabilidad y la innovación serán claves para enfrentar este desafío y proteger tanto a los productores como a los consumidores.
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