A pocos meses de comenzar el invierno, las preocupaciones aumentan en el viejo continente, debido a las actuales sanciones impuestas hacia el principal proveedor de gas natural Rusia por el conflicto que sostiene contra Ucrania y la comunidad internacional, situación que ha afectado los precios de combustible en todo el mundo.
En un intento por aminorar esta crisis, se ha optado por una solución práctica que consiste en que una veintena de terminales flotantes reciban gas natural licuado de otros países para convertirlo en combustible, se estima que la entrega de las primeras terminales sea para el final de este año.
La opinión preocupada de la comunidad científica sobre este plan advierte que la creación y uso de estas terminales solo aumentará la dependencia que tiene Europa hacia el gas natural que tiene efectos negativos en el ambiente por las exhalaciones de dióxido de carbono y metano presentes en todo el ciclo de producción, distribución y consumo.
Otros expertos afirman que mientras estas terminales sacien la enorme demanda de toda la región durante años o décadas incluso, todas las medidas que se han implementado para reducir la huella de carbono en la región serán revertidas, eso sin contar lo poco que se ha avanzado con estas para reducir los daños en el medio ambiente.
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