La noche del 6 de septiembre de 2021, Tula de Allende, en Hidalgo, vivió una de las peores tragedias ambientales de su historia. Las aguas contaminadas del río Tula se desbordaron, inundando calles, viviendas y negocios, y causando la muerte de 17 pacientes de Covid-19 en el Hospital General de Zona debido a los cortes de luz. Este desastre afectó a más de 30 mil personas, quienes perdieron no solo sus bienes materiales, sino también su sentido de seguridad.
En un intento por evitar futuras tragedias, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) inició en 2022 un proyecto para ampliar y revestir con cemento 3.8 kilómetros del río Tula. Sin embargo, esta obra, que implicó la tala de más de 400 grandes árboles, no ha sido terminada, y los habitantes de Tula siguen viviendo con el temor constante de una nueva inundación.
Alberto González, integrante de la Red de Conciencia Ambiental “Queremos Vivir”, expresó su frustración: “Estas obras empezaron en 2022, curiosamente se hablaba de seis meses y todavía no terminan”. La inversión federal de más de mil 160 millones de pesos no garantiza la seguridad de los habitantes, ya que no existe un documento de Conagua que asegure que no volverán a inundarse.
El cóctel tóxico del Río Tula
Después de atravesar la zona urbana, el río Tula recoge las descargas de la Refinería de Pemex “Miguel Hidalgo”, la Central Termoeléctrica de la CFE “Francisco Pérez Ríos” y diversas cementeras de la región. Estos vertidos incluyen metales pesados como arsénico, cadmio, cromo y cobre, así como solventes industriales y plaguicidas, creando un cóctel tóxico que afecta gravemente la salud de los habitantes.
El médico neurólogo Américo de la Cruz advierte: “Tula ya es un lugar insalubre, aquí ya no hay manera de vivir normalmente, hay una gran cantidad de infecciones”. Las aguas negras del río Tula se utilizan para irrigar 94 mil hectáreas de tierras de cultivo, lo que agrava aún más la situación sanitaria.
El abandono gubernamental
A casi tres años de la tragedia, el gobierno de Hidalgo, encabezado por el gobernador Julio Menchaca, no ha tomado medidas suficientes para proteger a los habitantes de Tula. No existen protocolos de emergencia, alarmas de alerta temprana ni monitoreo constante del nivel del río. Brenda Mata, residente de la Unidad Habitacional Pemex, expresó su preocupación: «Cada vez que llueve en la Ciudad de México, resurge el temor entre los habitantes de Tula de Allende».
El pasado 17 de julio, el gobernador Menchaca anunció en sus redes sociales que con el Plan Hídrico en la Región de Tula se estaba cumpliendo una deuda histórica con Tula de Allende. Sin embargo, los usuarios de Facebook criticaron estas declaraciones, señalando que la obra federal quedó inconclusa y que los contratistas de Conagua abandonaron el proyecto, dejando a los habitantes en riesgo de otra inundación.
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