El Niño y La Niña son fenómenos climáticos que forman parte del ciclo de Oscilación del Sur de El Niño (ENSO), afectando de manera significativa el clima global. Mientras que El Niño se caracteriza por el calentamiento de las aguas del Pacífico que altera patrones climáticos y aumenta la temperatura global, La Niña representa la fase fría con un enfriamiento de estas aguas, lo que generalmente provoca efectos opuestos.
Efectos del fenómeno del niño
Durante El Niño, los patrones de precipitación y temperatura cambian drásticamente. Se observan inviernos más cálidos y secos en el norte de los EE. UU. y Canadá, mientras que en el golfo de los EE. UU. y el sureste, las condiciones son más húmedas de lo habitual, lo que puede llevar a un aumento en las inundaciones (National Ocean Service).
Efectos del fenómeno de La niña
En contraste, La Niña tiende a llevar a condiciones más secas y cálidas en el sur de los EE. UU., mientras que el noroeste del Pacífico y Canadá pueden experimentar inviernos más fríos y húmedos. La Niña también puede intensificar las temporadas de huracanes en el Atlántico debido a los vientos alisios más fuertes que empujan agua más cálida hacia el oeste.
Ante la variabilidad y la intensidad de estos fenómenos, es crucial fortalecer la resiliencia de los sistemas agroalimentarios y preparar a las comunidades vulnerables. La FAO enfatiza la importancia de implementar estrategias proactivas para mitigar los impactos de El Niño y La Niña. Estas incluyen la mejora de la infraestructura, la promoción de prácticas agrícolas resilientes y la implementación de sistemas de alerta temprana.
El Sistema de Información de Datos en Emergencias (DIEM) es un ejemplo de cómo las herramientas tecnológicas pueden ayudar a monitorear y responder a los impactos de estos fenómenos, permitiendo una asignación más efectiva de recursos y esfuerzos de recuperación hacia las áreas más afectadas.
La comprensión y preparación para El Niño y La Niña son fundamentales para mitigar los riesgos asociados a estos fenómenos. A medida que el cambio climático puede alterar y aumentar la frecuencia de estos eventos, la adaptación continua y la planificación a largo plazo serán esenciales para proteger a las poblaciones y sus medios de vida frente a la creciente incidencia de condiciones meteorológicas extremas.
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