Redacción: Amairany Ramírez
El reciclaje siempre ha sido uno de los pilares fundamentales de las iniciativas de sostenibilidad ambiental. Sin embargo, expertos y organizaciones como la Fundación Vivo Sano subrayan que este no es el único camino hacia un futuro más verde. Reducir, reparar, reutilizar y rechazar son acciones igualmente vitales en el marco de una economía circular. En el marco del Día Mundial de la Educación Ambiental, celebrado el 26 de enero, se destacó la necesidad urgente de adoptar estas prácticas en nuestra vida cotidiana para frenar el impacto de la crisis climática.
La coordinadora del programa Salud Ambiental en la Escuela, Nuria Millán, explica que aunque reciclar es importante, no es suficiente para revertir el daño ambiental. “Seguimos explotando los recursos naturales de forma desmedida bajo un modelo de consumo de usar y tirar, con productos de obsolescencia programada y un exceso de envasado innecesario”, advierte Millán.
Un ejemplo preocupante es la contaminación por plásticos. Según datos recientes, cada año se vierten al océano 8 millones de toneladas de este material, y para 2050 podría haber más plásticos que peces en el mar. Además, solo una pequeña parte de estos residuos plásticos se recicla de manera efectiva; el resto termina en vertederos, se quema o, peor aún, llega a los océanos.
La verdadera solución, según los expertos, radica en reducir la generación de residuos. “En lugar de pensar qué hacemos con los residuos, debemos enfocarnos en no producirlos en primer lugar”, señala Millán. Esto aplica especialmente a sectores como la moda y la tecnología, que son grandes consumidores de recursos y principales generadores de contaminación.
La industria textil, por ejemplo, representa el 10% de las emisiones globales de carbono y consume más de 93.000 millones de metros cúbicos de agua al año. La moda rápida impulsa un modelo de consumo basado en la compra excesiva y el desecho rápido de prendas que, aunque baratas, tienen un alto costo ambiental.
Por otro lado, la fabricación de dispositivos electrónicos también genera un impacto significativo. Producir un solo teléfono móvil emite aproximadamente 55 kg de CO₂, mientras que un ordenador genera hasta 948 kg de CO₂ en todo su ciclo de vida. Extender la vida útil de estos dispositivos, mediante la reparación y la reutilización, podría reducir millones de toneladas de emisiones.
Los efectos del cambio climático ya son evidentes. En 2024, España registró temperaturas récord, siendo el tercer año más cálido desde 1961, con un aumento promedio de 1,1 °C respecto a las últimas décadas. Además, fenómenos climáticos extremos como olas de calor y lluvias torrenciales se han intensificado en todo el mundo.