Cambio climático

El impacto inesperado en el cambio climático: cómo nuestra alimentación afecta al medio ambiente 

Redactor: Joel Charles

El cambio climático es un desafío global que nos afecta a todos, y una de las fuentes menos comprendidas de emisiones de gases de efecto invernadero proviene de los alimentos que consumimos. A medida que la población mundial sigue creciendo y las demandas alimentarias aumentan, es fundamental examinar la relación entre la producción de alimentos y el cambio climático. 

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aproximadamente un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero se generan a partir de la producción de alimentos y bebidas. Estas emisiones incluyen no solo dióxido de carbono (CO2), sino también metano y óxido nitroso, gases con un potencial significativo para contribuir al cambio climático. 

Las principales fuentes de emisiones relacionadas con la producción de alimentos son la agricultura y el uso del terreno. Esto se debe a diversas razones, como la utilización de fertilizantes ricos en óxido nitroso, la tala de árboles para expandir áreas de cultivo, y otras emisiones resultantes de la gestión de estiércol, el cultivo de arroz, la quema de residuos agrícolas y el uso de combustibles en las granjas. 

La relación entre los alimentos y el cambio climático es innegable. Para determinar cuáles son los productos que más emisiones de gases de efecto invernadero generan, la ONU mide el impacto de cada alimento en términos de kilogramos de equivalentes de dióxido de carbono por cada 100 gramos de alimento. Los cinco alimentos que encabezan la lista de contribuyentes al cambio climático son: 

1. Carne vacuna: 70.6 kg de emisiones de GEI por cada 100 gramos. 

2. Carne de cordero: 39.7 kg de emisiones de GEI por cada 100 gramos. 

3. Mariscos: 26.9 kg de emisiones de GEI por cada 100 gramos. 

4. Queso: 23.9 kg de emisiones de GEI por cada 100 gramos. 

5. Pescado: 13.6 kg de emisiones de GEI por cada 100 gramos. 

Las carnes rojas, los productos lácteos y los crustáceos son los alimentos de origen animal que más contribuyen al calentamiento global. La producción de carne implica la expansión de pastizales, la tala de árboles y la emisión de metano por parte del ganado. Además, los desechos animales y los fertilizantes emiten óxido nitroso, otro potente gas de efecto invernadero. 

La producción de crustáceos también tiene un impacto significativo, ya que suele destruir manglares costeros, liberando grandes cantidades de carbono almacenado en estos ecosistemas. 

A pesar de estas cifras alarmantes, la ONU ofrece soluciones. La producción de alimentos de origen vegetal tiende a requerir menos energía, terreno y agua, lo que resulta en una menor intensidad de gases de efecto invernadero en comparación con los alimentos de origen animal. La transición hacia una dieta con más proteínas vegetales y la reducción del consumo de alimentos de origen animal puede tener un impacto sustancial en la reducción de emisiones. 

No obstante, la ONU reconoce la importancia de los productos animales en la seguridad alimentaria y la nutrición de muchas poblaciones, especialmente en áreas rurales. Por lo tanto, es esencial mejorar las prácticas agrícolas, reducir el uso de fertilizantes y gestionar de manera más sostenible el pastoreo. 

Además, la reducción del desperdicio de alimentos es un factor crucial para combatir el calentamiento global. Casi el 17% de los alimentos disponibles para los consumidores en todo el mundo termina en la basura, lo que contribuye significativamente a las emisiones globales de gases de efecto invernadero. 

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